lunes, 23 de diciembre de 2013

PÉRDIDA DE ELECTROLITOS Y RENDIMIENTO FÍSICO

Como es sabido, la práctica de ejercicio físico provoca en nuestro organismo la pérdida de agua y sales minerales que, como elementos esenciales para el desarrollo de la vida, son necesarios restablecer cada vez que se produzca un descenso. Aunque esto es ampliamente conocido, sobre todo entre deportistas y personas con una actividad física intensa, aún hoy buena parte de la población no se hidrata adecuadamente.


Cualquier actividad física, por mínima que sea, provoca la eliminación de agua y electrolitos a través del sudor. Los electrolitos son los minerales presentes en la sangre y otros líquidos corporales que con sus diferentes concentraciones ayudan a equilibrar los fluidos en el cuerpo, intervienen en la acidez de la sangre (el pH) y juegan un papel importante en la actividad muscular y otros procesos importantes. Son electrolitos el sodio, el calcio, el magnesio, el fósforo, el potasio... 
Sólo en reposo, y en un ambiente a temperatura media, perdemos unos 100 ml de líquido a la hora, los cuales aumentan según se incrementa la intensidad de la actividad o la temperatura. En el caso de una actividad física continuada de unos 45 minutos, una persona puede perder entre medio y un litro de líquidos (agua y electrolitos) sin tener en cuenta el factor ambiental, que también juega un papel importante en la cantidad de pérdida de agua y minerales a través de la temperatura, la humedad y el viento. El sudor que desprende nuestra piel, más intenso cuanto más ejercicio físico se practica, es el resultado de la eliminación del calor acumulado.
La pérdida de líquido y electrolitos, además de afectar al rendimiento físico y el correcto funcionamiento de la actividad muscular, puede provocar la deshidratación si la reposición no se realiza en la misma medida. Este equilibrio necesario permite el correcto funcionamiento de nuestro organismo, siendo el agua el principal interventor en funciones tan importantes como el aporte de nutrientes a las células musculares, la eliminación de las sustancias de desecho, la refrigeración y la lubricación de las articulaciones. 
Por ello es conveniente hidratarse antes, durante y después de hacer ejercicio. Estar hidratado es un elemento fundamental para mantener la salud y conseguir un buen rendimiento físico. 
Hidratación y ejercicio físico 
Aunque los expertos recomiendan consumir aproximadamente entre 2 y 2,5 litros de líquido al día, estos requerimientos son variables en función del metabolismo de cada persona, las condiciones ambientales, el grado de actividad física y el nivel de entrenamiento de cada individuo. 
En este sentido, un deportista bien entrenado en un ambiente cálido y húmedo puede perder hasta 3 litros de agua y electrolitos a la hora a través del sudor y la eliminación de vapor de agua de sus pulmones. Ya que normalmente la ingesta de agua durante el ejercicio suele ser inferior a esta cantidad, es necesario promover el hábito de consumir la cantidad de líquido suficiente para cubrir la pérdida.   
Para ello las bebidas con sales minerales y azúcares, agradables al paladar y de gran variedad de sabores, posibilitan una rehidratación rápida. En este sentido es recomendable realizar su ingesta a temperatura moderada para permitir su rápida absorción y evitar problemas gastrointestinales.

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