lunes, 23 de junio de 2014

HOLA AMIGA... CUÁNDO EMPEZAMOS A ENVEJECER?

¿Cuándo empezamos a envejecer? ¿dónde está la barrera a partir de la cual una mujer necesita un tratamiento antienvejecimiento? 


Hoy tuve una paciente encantadora de 82 años, y que no aparentaba más de 72. ¿por su piel? ¿por su postura? ¡Por sus ojos! Por la viveza que se veía en ellos. 
La primera idea a plantear es que el envejecimiento no es un estado, sino un proceso y que viene definido por esa pérdida de energía progresiva. Todo en el universo, como definen las leyes de la termodinámica, tiende a niveles cada vez más bajos de energía y, por tanto al desorden. Si yo no pongo energía en mi casa, esta estará cada vez más desordenada y estropeada. Si quiero orden, tendré que poner energía de modo que cada cosa sea colocada en su sitio. En nuestro cuerpo ocurre igual, es nuestra casa, y está cada vez más desordenada, más estropeada, más envejecida, porque nuestra energía disminuye con el tiempo. Y esto es normal, refiriéndonos a un envejecimiento saludable, no a la geriatría, que estudia las enfermedades ligadas a la tercera edad. Las centrales energéticas de nuestras células se van oxidando y apagando, y vamos sufriendo el agotamiento de defendernos de unos hábitos que van en contra de nuestra naturaleza. Sufrimos una pérdida de energía y un aumento de la vulnerabilidad. Cada 24 horas nuestro cuerpo produce 300 billones de nuevas células (de ellas en torno a un millón son cancerígenas), y la calidad y la salud de las nuevas células determina la velocidad de nuestro envejecimiento. Si nuestro organismo está muy intoxicado, las nuevas células serán cada vez de peor calidad (más “viejas”) El ADN va perdiendo calidad en cada división celular por efecto de las llamadas telomerasas (uno de los más prometedores puntos de investigación de los últimos tiempos para revertir el envejecimiento).
Son cambios normales, que haya una disminución en la memoria, en la masa muscular, en el rendimiento físico, en la actividad circulatoria, en la calidad del sueño, en la densidad ósea, en la cicatrización de las heridas, en la flexibilidad, en la potencia sexual, aumentos en los niveles de colesterol, en la grasa corporal, en la inestabilidad emocional, la fragilidad de pelo y uñas, alteraciones de los niveles de glucosa en sangre, desajustes hormonales, artrosis, pérdida de la agudeza visual y auditiva. El agua corporal total disminuye en la mujer del 54 al 46% entre los 30 a los 70 años y la piel se afina y se arruga. Las papilas gustativas disminuyen un 70% también entre esas edades. El contenido de minerales del hueso disminuye un 25-30% de los 40 a los 80 años. Todo esto es normal, no es enfermedad.

La solución: en definitiva, a mayor energía, menor velocidad de envejecimiento. Implica limpiar las arterias, recuperar los niveles hormonales, flexibilizar los músculos y articulaciones, acelerar los procesos metabólicos, aportar brillo y textura a la piel, aumentar el tono muscular, mejorar el sueño, disminuir el cansancio y la fatiga, mejorar las digestiones, sentir de nuevo la vitalidad. Por eso el objetivo real del antienvejecimiento es la vitalidad, que crece y se nutre con tu energía. Cuando esa energía escasea, entonces perdemos el control y los síntomas y la enfermedad avanzan dolorosamente. 
Piensa que en la mayoría de los casos son tus propios hábitos los que te enferman y envejecen: una mala alimentación, la presencia frecuente de tóxicos, la falta de actividad física, un sueño de mala calidad, carencias en vitaminas esenciales, un estrés mal orientado,
una idea recurrente que no eres capaz de sacar de tu cabeza, una adicción que no puedes controlar, etc, pueden agotarte de tal modo que te sea imposible mantener un nivel adecuado de salud (de VITALIDAD).
No es razonable que te mantengas haciendo las mismas cosas de siempre y esperes que haya cambios en los resultados.
En primer lugar, cuando piensa en una mujer envejecida, la imagen que nos viene es la de una persona con falta de movimiento, y esto es clave. La actividad es clave en la mujer. El ejercicio físico mejora todo el ambiente hormonal, incrementa la testosterona (la hormona de las ganas de vivir), hace que los huesos pidan y retengan calcio, mejora la postura e impide que aumenten las curvaturas de la espalda, tonifica la circulación, activa el cerebro, disminuye el estreñimiento, aumenta el metabolismo, etc. Es aún más importante que en el caso del hombre, pues este tiene más facilidad para mantener su masa muscular y su densidad ósea.  Un buen programa de ejercicio puede obrar milagros en nuestra vida.
La dieta es clave también. Hay alimentos que nos dan energía, y hay alimentos (y hábitos) que nos la quitan al necesitar defendernos de ellos. Por ejemplo, es frecuente que la lechuga vaya mal en la mujer con estreñimiento, o que el tomate perjudique en caso de artrosis, o el zumo de naranja en problemas de vesícula o en obesidad. Por el contrario, poca gente sabe el poder de oxigenación de la remolacha, o para potenciar los pulmones del jengibre. ¡Saber qué comer es crucial! 
A nivel de suplementos hay muchos interesantes, como la Q10, el colágeno, la vitamina D, los probióticos, la acetil L carnitina, la taurina, la melena de león, el córdiceps, el selenio, la maca, el ginko biloba, etc…200 mg de Q10 pueden poner de nuevo en marcha las centrales energéticas de tus células. Un gr de Acetil L Carnitina aumenta la agilidad mental, incrementa los niveles de la “hormona de las ganas de vivir” y es antidepresiva. La melena de león es un hongo con capacidad de regenerar partes del cerebro envejecidas y de mejorar a la vez el tubo digestivo, etc.
En otros países hay también alternativas farmacológicas que aún no han sido admitidas en España, tales como la hormona de crecimiento, la terapia de hormonas bioidénticas, las terapias celulares o los tratamientos de las telomerasas, de las que, ojalá podamos disfrutar pronto aquí, sin tenernos que ir a USA o a Suiza, etc. Tan útiles en tratamientos para la menopausia, la depresión, la fatiga, etc. Aquí de momento obtenemos muy buenos resultados con la homeopatía y la fitoterapia como terapias suaves, y nos servimos de test diagnósticos muy eficaces sobre los tipos metabólicos, intolerancias alimenticias, desequilibrios hormonales, etc. 
Manejar nuestras emociones de forma que hagan de nuestra vida algo constructivo para nosotros (en vez de destructivo), resulta hoy bastante complicado, dado que no nos han enseñado a tener herramienta emocionales para eso. La edad debería proporcionarnos la experiencia para darnos cuenta de no dar a las cosas más importancia de la que tienen, y de no dejarnos afectar por patrones que no son nuestros, sino adquiridos. A aprender a distinguir los pensamientos de las emociones, a descubrir como parar de pensar para prestar atención a nuestros sentimientos e intuiciones, etc. Hay pocas cosa que nos desgasten más que nuestra forma de pensar, y esto tiene repercusión en todos nuestros órganos y sistemas corporales, apareciendo cuadros tan complejos como la fatiga crónica o la fibromialgia. 
Actividad física regular, buenas pautas de alimentación, suplementos adecuados, y una buena actitud mental/espiritual frente a la vida con la atención puesta en lo que nos acerca a ser más felices son las claves del envejecimiento saludable y de la energía y vitalidad duraderas.
Salud.

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