domingo, 25 de enero de 2015

EJERCICIO FÍSICO Y ALZHEIMER

La salud que tendremos mañana, dependerá de cómo nos cuidamos hoy. Según la Organización Mundial de la Salud se estima que 35.6 millones de personas en el mundo padecen alguna demencia.

La enfermedad de Alzheimer es la más común. Ha sido comprobado en algunos estudios que con el control de otras enfermedades y de algunos factores de riesgo como la hipertensión, la obesidad, la diabetes, la depresión, el sedentarismo y también el tabaquismo, se puede reducir la prevalencia de Alzheimer en el mundo.

Las personas con esta enfermedad van perdiendo la memoria, y con el tiempo esa situación va empeorando. Es una enfermedad que elimina la autonomía de toma de decisiones, al mismo tiempo que inhabilita a la persona para la ejecución de tareas diarias. Eventualmente, las complicaciones
provenidas del Alzheimer pueden ocasionar la muerte. En Estados Unidos es la quinta causa de muerte, de acuerdo con el Centro para la Prevención y Control de Enfermedades de este país. Sobre 5.3 millones de personas en Estados Unidos padecen Alzheimer.

La demencia es un trastorno definido por un deterioro cognitivo progresivo ocasionado por daños o desórdenes cerebrales, con tamaña transcendencia que es capaz de alterar negativamente la calidad de vida de la persona que lo padece, así como de inhibir su autonomía para el desarrollo de una vida normal e independiente. La actividad física y una alimentación equilibrada pueden jugar un papel primordial en la prevención de las enfermedades. Con respecto a la salud cerebral de personas adultas, algunos estudios han observado una disminución del declive cognitivo en aquellas personas que practican ejercicio físico y que tienen una dieta equilibrada. En una metódica revisión, comprobamos una importante conexión entre actividad física y una reducción del riesgo de desarrollar demencia.

Hemos desarrollado un estudio sobre la posibilidad de reducir el deterioro cerebral vía ejercicio físico. Dicho estudio tuvo una duración de 2 años, e intervinieron 400 personas con edades comprendidas entre 65 y 80 años, siendo 120 hombres y 280 mujeres. Las personas fueron divididas en dos grupos, uno que practicaría ejercicio físico y otro que no. El objetivo era conocer las zonas del cerebro que realmente se estimulan con la práctica de la actividad física, al mismo tiempo que mesurar el desarrollo cognitivo del cerebro dentro del ejercicio físico mediante las zonas del cerebro que se estimulaban durante la práctica. Se trataba de evaluar la posibilidad de inhibir el declive cognitivo y cerebral en personas adultas, sobre todo en las personas mayores, por medio del entrenamiento aeróbico coreografiado acompañado de música, con desplazamientos en todas las direcciones, giros, cambios de ritmo, y al mismo tiempo mejorar su capacidad cardiorrespiratoria.

Las clases tenían una frecuencia de 3 veces por semana y una duración de 60 minutos. Esta clase de movimientos coreografiados ocasionan una inestabilidad positiva y hacen que el cerebro tenga que aprender rápidamente y a la vez dar soluciones efectivas para mantener el cuerpo en equilibrio y libre de problemas.

También dentro de ese mismo trabajo, se utilizaron muchos movimientos de coordinación motora de manos y brazos. El cerebro utiliza un 10% de su energía solamente para gestionar los movimientos de las manos, así que resultaba ser una buena idea también el plantear desafíos coreografiados utilizando las manos y los brazos. Todo el trabajo estaba enfocado en clases dirigidas de aerodance y step. El objetivo era estimular varias inteligencias como la inteligencia espacial o visual, la matemática, la interpersonal, o la musical. Desde luego no eran las mismas clases que se imparten a veinteañeros, pero tampoco eran clases enfocadas a la tercera edad, como se suele decir. El grado de dificultad de las mismas era respetable, sobretodo tratándose de personas de esas edades. Al final de cada sesión se procedíaa hacer trabajos de estiramientos.

Se ha comprobado que los entrenamientos físicos de resistencia aeróbica coreografiados que contienen cierto grado de dificultad con respecto a la coordinación motora y que son aplicados de manera habitual, se relacionan con una disminución del riesgo de padecer demencia. Cuanto mejor es la coordinación motora, mejores serán las respuestas neurofisiológicas de cara a los estímulos musculares. La coordinación motora proporciona una mejor acción muscular y a la vez perfecciona la interpretación nerviosa del movimiento. Estando el cerebro en equilibrio con el cuerpo, cualquier clase de estímulo que recibamos será rápidamente asimilada.

Las sinapsis cerebrales funcionarán de una manera bastante más acelerada y las respuestas musculares se harán de una forma inmediata. Nuestro cerebro es musical, y la música estimula el
movimiento, hecho que propicia el desarrollo de la inteligencia, siendo una combinación perfecta para el aprendizaje, no importando la edad. La música es capaz de llegar a cualquier función cognitiva y afectiva en la estructura del cerebro. La música está directamente relacionada con nuestro cerebro primitivo, y es capaz de provocar distintas reacciones emotivas en las más diferentes situaciones. Al combinar música y movimiento, nuestro cerebro recibe una ingente cantidad de estímulos y tiene que ponerse en marcha dentro de una actividad frenética, y eso es tremendamente
positivo cuando el objetivo es inhibir la demencia.

Hemos comprobado que el entrenamiento de resistencia aeróbico coreografiado enfocado a adultos mayores sedentarios, fue capaz de incrementar el tamaño del hipocampo  (en un 2,47% en el izquierdo y en un 2,15% en el derecho). Al término del primero año, nos hemos percatado de que la memoria de los participantes del primero grupo se había incrementado; sin embargo, en el segundo grupo, que no había practicado ejercicio físico en ningún momento, se observó un deterioro de un 1,20% y 1,25% en el hipocampo en los dos lados.

Sergio Simphronio

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