jueves, 5 de marzo de 2015

FITNESS AL SERVICIO DEL “ALTO RENDIMIENTO”

Cuando hablamos de alto rendimiento o tecnificación, siempre lo hacemos refiriéndonos a un colectivo de deportistas que entrenan y compiten en un deporte determinado, con un nivel de especialización muy elevado.


Habitualmente, estos deportistas llevan a cabo su preparación y participación en competiciones a través de las diferentes Federaciones Deportivas, ya sea en Centros de Alto Rendimiento, Centros de Tecnificación o en sus propios clubes de referencia.
A primera vista, parece que por las características de nuestros espacios deportivos, por la experiencia técnica de nuestro monitores o simplemente porque los servicios tradicionales no se adaptan a priori a las necesidades de éstos, las sinergias que podríamos trazar con este colectivo son reducidas.

Lo que sí está claro es que desde el ámbito de los Centros Deportivos no nos hemos parado a diseñar programas o servicios específicos para ellos, quizás porque desconocemos el potencial que representan directa e indirectamente.
Pues bien, para contextualizar este ámbito, decir que solo en la Comunidad de Madrid existen más de 400.000 licencias federativas, que incluyen a deportistas de alto nivel, tecnificados y otros que, sin llegar al nivel de dedicación ni rendimiento de los primeros, practican su deporte habitualmente bajo esta consideración.
Además, si estudiamos este ámbito con un poco de perspectiva podríamos decir que estos deportistas pertenecen a un entorno de deportes reglados en el que ellos solo son la punta del iceberg, ya que por debajo existe una base de deportistas que practican deporte habitualmente de forma "anónima" y autónoma, con un nivel de exigencia medio-alto y que no están federados,… Pensemos por ejemplo en los colectivos de runners, jugadores de pádel y tenis o practicantes de artes marciales.

Parece entonces que la dimensión de este ámbito es significativa y por lo tanto razón suficiente para actuar. Sin embargo, también hay que tener en cuenta que la experiencia nos ha demostrado en mayor o menor medida que se trata de colectivos a los que no les atraen las actividades o el entrenamiento tradicional en gimnasios, que se decantan más por las actividades al aire libre, pero que sí están interesados en mejorar su condición física general y cualquier otro aspecto referido a su actividad deportiva principal.
Una propuesta de acción es replicar el planteamiento que ya hacemos con las “Poblaciones Especiales”. Siempre nos referimos a este concepto como aquellos colectivos con patologías, pero al fin y al cabo son personas que por unas u otras razones tienen necesidades especiales y requieren un nivel de atención diferente.
Si partimos de la premisa de que los Centros Deportivos sí son de utilidad para este colectivo, ya que ponemos a su disposición equipamiento, servicios y espacios que difícilmente encontrarán en su entorno de actividad habitual, la cuestión es determinar estrategias para atraerlo, y esto debe pasar por considerarlo como otro nicho de mercado con necesidades particulares.


Evidentemente, estos deportistas necesitan generalmente espacios de actividad polivalentes y un entrenamiento de carácter funcional, pero perfectamente podrían disfrutar de nuestros servicios, instalaciones, equipamiento, horarios, etc. para complementar su entrenamiento. Otra cuestión es si nos conformamos con ofrecerles nuestros servicios básicos o damos un paso más creando servicios específicos que permitan una mayor adherencia y que consigan atraer a un porcentaje mayor de usuarios.
Si nos decidimos a dar el paso, habrá que tener en cuenta las siguientes consideraciones:

1. Crear servicios con un formato adaptado.
En este aspecto no nos debe asustar la diversificación dentro de un mismo nicho de mercado, ya que la tipología de ciertas disciplinas deportivas lo justifica perfectamente.
Podemos pensar en la creación de grupos reducidos de entrenamiento en función de los objetivos y características de los deportistas, potenciar el servicio de entrenamiento personal con técnicos especializados en algunas disciplinas o incluso en adecuar espacios para lograr una mayor polivalencia en su uso. 

Pero, al menos, la primera actuación debe pasar por enriquecer los programas de entrenamiento que diseñan nuestros técnicos en las Salas. De una vez por todas deben utilizar los recursos que ofrecen los diferentes sistemas de entrenamiento, dar un enfoque global a la mejora de las cualidades físicas básicas,  no sólo de la fuerza, y todo ello en base a una planificación adecuada.

2. Que las propuestas de actividad no representen un hándicap en su rendimiento.
Esta cuestión hace referencia al concepto de transferencia deportiva. La transferencia hace mención a la influencia de ciertos entrenamientos o acciones motrices sobre el aprendizaje o rendimiento en otras disciplinas o acciones motrices distintas. En este sentido, tener claro que la transferencia puede ser positiva o negativa, es decir, una actividad física complementaria puede ayudar o perjudicar al rendimiento de la modalidad deportiva de nuestro usuario. 
En muchas ocasiones, cuando se trata de adaptar los programas de entrenamiento tradicionales a los requerimientos de un deportista de las características de las que estamos hablando, se suele tender a un enfoque simplista de preparación eminentemente de fuerza y a reproducir gestos técnicos característicos del deporte en cuestión en algunas de las máquinas o elementos de los que disponemos en nuestro Centro. ¿Pero realmente podemos pensar que un jugador de golf mejorará reproduciendo el gesto de golpeo en una polea alta, o un corredor haciendo un trabajo de fuerza del tren inferior con un sistema de series 3x10, 3x15, que tanto nos gusta utilizar en las Salas?
También debemos tener en cuenta que el riesgo no se limita al plano fisiológico, sino también a cuestiones en las que ciertas acciones o actividades pueden llegar incluso a desvirtuar la técnica del deportista.

3. Que la mejora de la condición física y del rendimiento quede constatada.
Cualquier deportista, ya sea profesional o amateur, tiene como objetivo mejorar sus resultados, y por ello no nos podemos conformar con la visión subjetiva de "me encuentro mejor" ,"estoy mejorando".
Resultados son hechos objetivos, cuantificables y, por tanto medibles, así que al igual que a los usuarios del Centro les hacemos un protocolo de valoración de la condición física general (o al menos deberíamos hacerlo), a nuestro nuevo grupo de deportistas habría que facilitarles una batería de pruebas que no sólo les facilite información a ellos de cómo y cuánto están mejorando, sino también un feedback para nosotros mismos que nos permita evaluar la adecuación de los programas que hemos diseñado.

4. Generar un impacto positivo en la gestión de nuestro Centro.
Con este colectivo podemos plantear multitud de alternativas en la gestión de horarios, días de entrenamiento, espacios a utilizar e incluso precios, y todo ello con un riesgo muy limitado de que el usuario tradicional se sienta marginado respecto a estos “nuevos” clientes.
Ya sea con inscripciones a título individual o de equipos, es el momento de ocupar nuestras temidas horas valle, de potenciar las ventas cruzadas y, por qué no, ocupar en el sector un lugar destacado como especialistas en estos colectivos. Desde el punto de vista comercial, ¿no sería positivo que los usuarios sepan/vean a deportistas de cierto nivel entrenando en su Centro?

Desde el punto de vista del marketing, quizás podemos acelerar el proceso de captación a través de una estrategia B2B (business to business), es decir, orientar nuestra oferta al mercado corporativo negociando con las entidades o centros donde habitualmente juegan y entrenan estos deportistas.
En este modelo hay que buscar un punto de equilibrio en el que todos ganen: nuestro Centro incrementa el número de usuarios, la entidad deportiva ofrece un valor añadido a sus servicios y el deportista se beneficia de unas condiciones ventajosas en un nuevo servicio específico para él.

Más allá de estas 4 consideraciones generales, parece claro que para abordar con éxito las necesidades de este segmento de población, nuestros técnicos deben tomar especial protagonismo en el diseño de servicios y procedimientos específicos, pero también la responsabilidad de adecuar su formación a los desafíos técnicos que estos deportistas plantean.


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