sábado, 14 de noviembre de 2015

LAS CLAVES DEL TALENTO

Recientemente científicos e investigadores han desvelado  que  la  capacidad  para potenciar nuestras habilidades reside en la mielina, una sustancia que rodea el núcleo de las neuronas. El talento no es, por tanto, un don misterioso que responde a las leyes del azar o la genética: puede desarrollarse. Y esta es una gran noticia cuando hablamos de deporte. Muchas  veces  preferimos creer  que  las  personas  talentosas  lo  son  por  recibir en  su interior  una  dotación  elevada  de talento  en  el momento  de  nacer,  la  genética.  Sin embargo, este libro nos presenta una nueva forma de entender el proceso de aprendizaje y  que  resulta altamente inspirador  para  todas aquellas personas  que  han  de enseñar, educar o han de aprender. Es muy importante dejar de lado el mito del talento innato y centrarlo en el esfuerzo palpable.  Toda  habilidad  humana,
ya  sea realizar  un ejercicio  de  fuerza,  un  tiro  a  canasta  o interpretar  a  Bach,  proviene  de
una  cadena de  fibras nerviosas  que  transmite  un diminuto
impulso eléctrico, básicamente una señal, que viaja a
través de un circuito. La  mielina  rodea  esas  fibras
nerviosas  del  mismo modo  en  que  un aislamiento  de goma 
envuelve un alambre de cobre: hace que la señal sea más
veloz y fuerte porque impide que se escapen los impulsos
eléctricos. 

Cuando encendemos nuestros circuitos de  la
manera correcta (cuando practicamos  el  saque de  tenis, un  ejercicio  de entrenamiento o la técnica de carrera), nuestra mielina responde cubriendo el circuito neural y añadiendo, en cada nueva capa, un poco más de habilidad y velocidad. Cuanto más gruesa sea la capa de mielina, mayor será su capacidad de aislamiento, de manera que nuestros movimientos y pensamientos se volverán más veloces y precisos. En este libro nos explican que solemos pensar que nuestra memoria es una especie de grabadora, pero  se  trata  de  una  estructura viva, sobre  la que se puede construir y construir. Es necesario una práctica intensa, que encontramos bien explicada en el libro.  En definitiva, el esfuerzo no es opcional. De hecho es un requerimiento neurológico: para conseguir que el circuito de habilidad se active de un modo óptimo tenemos que disparar ese circuito de repetición y aprendizaje, cometer errores y prestarles atención, debe  instruir su circuito y seguir activándolo (es decir, practicando) a fin  de que la mielina continúe funcionando adecuadamente. “Vuelve a intentarlo. Vuelve a fallar. Falla mejor”. (Samuel Becket)

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