martes, 12 de febrero de 2013

LA BICI DE CICLO INDOOR: ANÁLISIS DE COMPONENTES Y TENDENCIAS DEL MERCADO


El ciclo indoor es una actividad que se encuentra completamente integrada en las instalaciones deportivas del territorio nacional. Debido a esto, las diferentes marcas de bicicletas intentan año a año ofrecer novedades que posicionen a sus bicicletas un peldaño por encima de las de sus competidores.




De las diferentes partes que componen este equipamiento, tres podríamos considerarlas como fundamentales ya que serán el punto de apoyo entre la bicicleta y el usuario: sillín, manillar y pedales.
El sillín de una bicicleta de ciclo indoor no muestra grandes diferencias con respecto al sillín de cualquier otra, la mayoría de las marcas buscan que sea cómodo y confortable para evitar las posibles molestias que se pueden ocasionar en la zona del periné. Algunas marcas introducen los llamados sillines antiprostáticos para disminuir la presión sobre el nervio evitando posibles adormecimientos en esta zona. En la actualidad ninguna marca se ha decidido por la utilización del sillín no-noise (sin nariz), el cual, parece mostrar según recientes investigaciones, que sería el más adecuado para liberar de presión a toda la zona perineal.
El manillar presenta diferentes opciones de agarre, básicamente es una barra perpendicular que termina en dos “cuernos”, proporcionando tres agarres. El manillar va engomado para mejorar el agarre y evitar que las manos se pudiesen escurrir debido a la sudoración producida durante la sesión. La mayoría de las marcas introducen un semicírculo o dos barras centrales que simularían el agarre de un ciclista en contrarreloj. Igualmente se han comenzado a ver manillares que simulan el agarre bajo de los ciclistas de carretera, aunque son las menos.
Un aspecto a tener en cuenta en los dos elementos anteriormente nombrados, sería que desde un punto de vista biomecánico, ambos elementos deberían incorporar la capacidad de poder avanzarse o retrocederse en función de las características personales de cada usuario. 
Los pedales de casi la totalidad de las bicicletas de ciclo indoor son mixtos para poder adaptarse a la totalidad de usuarios de un centro deportivo. Por uno de los lados presentan un pedal automático (SPD), que se debe utilizar con zapatillas de bicicleta de montaña y por el otro, un pedal convencional con un rastral y la “correilla” que le acompaña. En los últimos años se ha mejorado bastante este pedal convencional aumentando su base de apoyo para evitar posibles adormecimientos en la planta del pie.

Además, hay otros elementos sobre los que las marcas inciden para mejorar todas las prestaciones que ofrecen sus bicicletas de ciclo indoor.
La rueda de inercia y el sistema de frenado son dos de los elementos que más variaciones han sufrido en los últimos años en las bicicleta de ciclo indoor. Tradicionalmente las ruedas de inercia han tenido un peso que se situaba entre los 15 y los 20 kgs. Al girar, estas ruedas provocan una fuerza de inercia que impide al usuario parar repentinamente la pedalada, simulando lo que tradicionalmente se conoce en las bicicletas convencionales como “piñón fijo”. El sistema de frenado que acompaña a estas ruedas de inercia, en la mayoría de los modelos, se activa mediante la fricción producida por una zapata o similar, que ejerce una determinada presión sobre la rueda de inercia. Todos los modelos del mercado deberían incluir en su sistema de frenado, un sistema de parada de emergencia ante posibles problemas que pudiesen ocurrirle al usuario de la actividad.
Actualmente encontramos ruedas de inercia mucho más ligeras (por debajo de 10 kgs.), que además de estar construidas en materiales más livianos como el aluminio, presentan un sistema de frenado magnético (mediante imanes), que generan una corriente magnética en sentido contrario al de la rueda de inercia. Cuanto más próximos estén los imanes a la rueda de inercia mayor será la corriente magnética generada y más nos dificultará la pedalada.
Otro de los aspectos que no debemos perder de vista es la situación de la rueda de inercia en la bicicleta. Encontramos modelos que la sitúan adelantada justo debajo del manillar y otros retrasada, por detrás del sillín. Más allá de modificaciones biomecánicas sobre la pedalada, desde el punto de vista del mantenimiento de la bicicleta, las ruedas situadas en la parte delantera presentan el problema de que reciben la caída del sudor de los usuarios por lo que requieren un mayor mantenimiento.
La transmisión de la bicicleta en función del modelo se realiza mediante una cadena o una correa. En ambos casos la sensación de fluidez en la pedalada está muy conseguida, ambas tienen pros y contras, a destacar que las cadenas deben engrasarse para evitar su oxidación por la humedad que se produce en las salas de ciclo indoor, mientras que las correas van perdiendo por el uso su tensión original.
Parece que el futro del ciclo indoor vendrá determinado por el trabajo tradicional de música (beats por minuto), y su relación con la pedalada (revoluciones por minuto), sin olvidarnos de que las diferentes marcas están apostando por introducir en sus bicicletas indicadores de potencia (al igual que en el ciclismo tradicional), lo que sin duda abrirá una nueva perspectiva de trabajo para la que debemos estar preparados. Veremos que nos depara el futuro…



AUTOR: David Barranco, Carlos J. Boned, José Luis Felipe, y Marina Crovetto

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