viernes, 25 de octubre de 2013

EL INCREÍBLE PODER DE LAS ASANAS. LA FUERZA DEL GUERRERO.

¿Por qué incluir asanas en tus clases y entrenamientos? ¿Por qué millones de personas en todo el mundo las practican? ¿Por qué la ciencia se ha interesado tanto en ellas? Son varias y contundentes las razones que responden a estas preguntas. Aquí te las contamos.


No son nuevas. Las asanas o posturas de Yoga llevan practicándose más de 5.000 años y, a pesar de ello, están más a la vanguardia que nunca. Su práctica aporta numerosos y potentes beneficios, que no han pasado desapercibidos por los amantes de la actividad física y de la salud en general. Incluir alguna de estas posturas en nuestras clases o entrenamientos mejorará la calidad de las sesiones y, por ende, sus resultados. ¿Por qué?
En primer lugar, las asanas son una vía directa hacia el acondicionamiento físico. Mediante una combinación perfectamente equilibrada de tonificación y estiramientos, el cuerpo gana flexibilidad, agilidad y fuerza, además de educar la postura. 
A parte de los beneficios generales, cada asana actúa de una forma específica: por ejemplo, mejorando la capacidad respiratoria, protegiéndote frente a lesiones y enfermedades o aliviando determinados dolores. Ante las evidencias, la ciencia occidental ha empezado a estudiar estos efectos. ¡Y parece que los avala! Sólo en los últimos 10 años se han publicado más de 200 estudios de investigación, que prueban que el Yoga mejora diferentes dolencias: el cáncer de mama, el dolor de espalda, estrés, ansiedad, depresión, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), asma, diabetes, desórdenes alimenticios, rendimiento deportivo, salud emocional, eficacia del movimiento, dolor músculo-esquelético, etc. Ya lo dice el maestro B.K.S. Iyengar, fundador del método de Yoga que lleva su nombre: “Si todo el mundo practicara Yoga, las farmacias tendrían que cerrar”. Pero lo mejor de todo es que la práctica de asanas no se queda sólo en la parte física. Yoga significa unión; de cuerpo, mente y espíritu. Si bien las asanas aseguran un físico preparado, también es cierto que su efectividad radica en la capacidad para domar la mente mediante la práctica. En la realización de la postura, lo más esencial es la atención y la toma de consciencia de todo cuanto sucede. A través de una actitud de atenta observación, e intensificando la vivencia de nosotros mismos, es posible, posible de verdad, descubrir el increíble capacidad de la mente. He ahí el gran poder del Yoga… y del ser humano.


Hay asanas (posturas de Yoga) que por ser tan completas y poderosas merece la pena integrar en clases y rutinas de otras disciplinas físicas. Este es el caso del Guerrero 2, cuyos múltiples beneficios han dado la vuelta al mundo. Su nombre en sánscrito es Virabhadrásana II, el cual proviene de “Vira”, que significa “héroe, guerrero, campeón”. Y no es de extrañar, pues su práctica te hace sentir la fuerza, el coraje y el honor característico de ellos.
Entre los efectos físicos está el contundente fortalecimiento de piernas, tobillos y músculos de la espalda a través del trabajo isométrico que supone el mantenimiento de la asana. También destaca el estiramiento simultáneo de abductores y músculos del pecho, por ejemplo, así como la mejora del equilibrio, la concentración y la conciencia de core. 
Los antiguos maestros decían que "perfeccionar el yoga no consiste en complicarlo, sino en hacerlo más útil y beneficioso”. Y así lo hace el Guerrero 2, que concentra un sinfín de cualidades en una sola posición.
EJECUCIÓN
1. Ponte de pie con los pies juntos y los brazos estirados al lado del cuerpo en la postura de montaña (Tadasana).
2. Separa las piernas, manteniéndolas estiradas. Gira el pie izquierdo 90º hacia fuera, y asegúrate de que quede alineado con el talón del pie derecho.
3. Extiende los brazos a los lados, a la altura de los hombros, con las palmas de las manos hacia abajo. 
4. Inhala, y al exhalar flexiona la rodilla izquierda hasta que quede encima del talón. Gira la cabeza hacia la izquierda.
Mantén durante 5-10 respiraciones completas.
Para salir de la posición, gira la cabeza al centro, estira la pierna izquierda y rótala hasta que los pies estén paralelos. 
Repite al otro lado.
¡ATENCIÓN!
* Crea una doble rotación “opuesta” girando los hombros hacia atrás y las palmas hacia abajo.
* Dale vida a los dedos de las manos. Estíralos hacia los lados, descendiendo y abriendo las escápulas.
* Lleva el vientre hacia adentro y hacia arriba, a la vez que tiras del cóccix hacia el suelo. 
* Alinea los hombros con las caderas.
* Mantén la rodilla izquierda en línea vertical con respecto al pie. 
* Mantén los glúteos comprimidos.



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