sábado, 1 de agosto de 2015

DEBEMOS INVERTIR MÁS EN EJERCICIO FÍSICO (1ª PARTE)


Mantener una vida activa equivale a tener la llave para fomentar una existencia libre de problemas de salud y con buena calidad. Por desconocimiento o no, muchas personas todavía no se han percatado de la importancia de no ser sedentario; gran parte de las enfermedades existen porque las fomentamos nosotros mismos con nuestras acciones. 


El ejercicio físico y la alimentación equilibrada juegan un papel fundamental en la consecución de una vida sana. Nuestro cuerpo es capaz de facilitar todos los caminos para la obtención de la salud.

Por infelicidad, muchas personas aún están en la inopia, pues quieren tener grandes resultados físicos sin esfuerzo, y buscan las más dispares posibilidades para no tener que sudar ni moverse. Mucha es la gente que está pagando grandes sumas de dinero en productos y las más diferentes técnicas, la mayoría con fines estéticos. La X de la cuestión es que en el mundo existen muchas personas que están enfermas y que no lo saben, y muchas otras que lo estarán en un corto espacio de tiempo, pero que poseen una apariencia inmejorable debido a que cuidan mucho su estética. Enfermedades como la hipertensión, el estrés, la diabetes, etc., no suelen presentar mudanzas físicas evidentes, además de ser muy silenciosas, pudiendo llegar a ser muy dañinas en ausencia de cuidados. Además, la mayor parte de las investigaciones sobre las enfermedades se direccionan a la búsqueda de su cura siempre por vía de los tratamientos farmacológicos. Se invierte una absurda cantidad de dinero en investigaciones, muchas de las cuales intentan obtener fármacos que simulen los efectos beneficiosos del ejercicio físico en el organismo, como es el caso de algunas investigaciones actuales sobre diabetes tipo 2.

En presencia de la diabetes tipo 2, el hígado, la grasa y las células musculares no responden de manera óptima a la insulina, hecho que llamamos “resistencia a la insulina”. Como resultado, el azúcar de la sangre no consigue entrar en las células con el fin de ser almacenado como fuente de energía. Cuando ello ocurre, se acumulan niveles anormalmente altos de azúcar en la sangre, lo que se denomina hiperglucemia. Por lo general, la diabetes tipo 2 se desarrolla lentamente y en silencio.

Gran parte de las personas que la padecen tienen sobrepeso, y el aumento de la grasa dificulta al cuerpo el uso de la insulina de la manera correcta. La diabetes tipo 2 también puede presentarse en personas delgadas y es más común en los ancianos.


Con la práctica de la actividad física, la enzima AMPK estimula el consumo de glucosa por parte del músculo. Esto es importante porque el aumento de dicho consumo por los músculos es uno de los efectos protectores del ejercicio, principalmente para las personas con diabetes de tipo 2, que tienen un elevado nivel de glucosa en la sangre. El ejercicio físico es perfecto para controlar estos niveles, tanto de azúcar, como de colesterol y la presión arterial. Las personas que hacen ejercicio físico de manera regular pueden reducir a la mitad el riesgo de desarrollar alguna enfermedad. Infelizmente, el porcentaje de personas que se ejercitan es muy pequeño.  

¿No sería más barato educar a la gente sobre la importancia de la práctica regular de la actividad física y facilitar el acceso de las personas a los centros deportivos que destinar miles de millones para crear fármacos que imiten sus beneficios? Una buena medida en España, por ejemplo, sería la reducción del IVA actual del 21% que soportan las instalaciones deportivas, y establecer bonificaciones fiscales para las personas que practican actividad física en una instalación, y que serviría como un incentivo para reducir el sedentarismo en la población general.

Vivimos en un entorno tremendamente hostil para la salud. La proliferación de los “fast food”, las grasas polisaturadas, el excesivo consumo de azúcar, de sal,  los refrescos, el ingente consumo de carne roja, la harina refinada, la combinación de la harina refinada con el azúcar, el alcohol, el tabaco u otras  drogas, la contaminación ambiental, la contaminación acústica, el estrés, el sedentarismo, la contaminación del agua, etc.  En la existencia de una enfermedad, curarse vía fármacos no es suficiente, pues si la persona sigue teniendo los mismos hábitos perjudiciales que le llevaron a ponerse enferma, es casi que seguro que con el tiempo volverá a tener recaídas o se fomentará la aparición de otras enfermedades. De todos los fármacos conocidos hasta el momento, el ejercicio físico, combinado o no con los fármacos químicos, es la única vía capaz de tratar y de fomentar cambios reales, mismo en presencia de dicho ambiente hostil en que vivimos.

Sería interesante que los gobiernos invirtieran las mismas cantidades de dinero que se gastan en investigar fármacos químicos en educar las personas sobre la importancia de moverse, en programas de incentivo para la práctica de actividad física y en concienciar sobre la necesidad de tener una alimentación sana. Con la educación podríamos tener resultados bastante más efectivos tanto en la prevención como en la cura de las patologías. Al encarar las enfermedades desde diferentes puntos de vista ganamos todos y, sobretodo, nos damos cuenta de que la prevención es uno de los pilares fundamentales para la lucha contra la mayoría de las enfermedades. Las respuestas metabólicas del ejercicio físico son fundamentales para el mantenimiento de la buena salud. Esa máquina tan maravillosa que es el cuerpo humano necesita moverse y, además, también necesita ser bien gestionada, así que cuanto mayor es el control que tengamos sobre nuestro cuerpo, mejores serán las posibilidades de tener una vida con más calidad y libre de enfermedades.


Sergio Simphronio

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