Los
suplementos conocidos como sustitutos de comidas están indicados para aquellos
momentos en los que no podamos comer por falta de tiempo, o también en aquellos
en los que deseamos asegurar un balance nutricional idóneo. La gran variedad de
estos suplementos hace que podamos encontrar sustitutivos de comida incluso
para el desayuno, con los más saludables ingredientes, siendo la mejor manera
de sustituir una comida. Son productos empleados para reemplazar una o varias
comidas diarias en dietas de bajo valor energético y pueden constituir una
opción más frente a una dieta hipocalórica convencional como estrategia para el
tratamiento y prevención de la obesidad.
Estos
productos son simplemente productos dietéticos que son elaborados siguiendo una
serie de formulaciones y controles nutritivos de alta precisión. Por lo general
son relativamente bajos en calorías y altos en nutrientes, y sirven para
sustituir a una o varias comidas a lo largo del día con la finalidad de lograr
un ritmo de adelgazamiento fisiológicamente aceptable. La filosofía conceptual
de su utilización consiste en actuar como aportes calóricos estrictamente
controlados al margen de las comidas, o bien siguiendo en paralelo una dieta
alta en proteínas. Procedimientos todos ellos, que requieren un control médico.
Su composición
nutricional debe ser la adecuada para satisfacer las exigencias diarias de
nutrientes esenciales o, cuando son pensados para sustituir parte de la dieta
diaria deben proporcionar una parte significativa de dichos elementos a las
personas a las que van destinados. Forma parte de los llamados alimentos
destinados a ser utilizados en dietas de bajo valor energético para reducción
de peso.Los
valores energéticos de los sustitutos de comidas suelen oscilar entre las 200 y
400 calorías. De esta manera se pueden confeccionar programas dietéticos
perfectamente controlados para aportar exactamente la cantidad de calorías
deseadas por día a través de los tres macronutrientes básicos: carbohidratos,
lípidos (grasas), y proteínas. Los carbohidratos suelen ser de bajo índice
glucémico y entran lentamente en sangre a la vez que aportan energía para las
funciones corporales. Los lípidos se incluyen en pequeñas cantidades, y garantiza
el aporte de ácidos grasos esenciales y fibras para facilitar la saciedad.
Las
proteínas suelen ser de alto valor biológico y permiten mantener o incluso
incrementar la masa muscular a medida que paulatinamente se va quemando la
grasa corporal. Además,
para evitar carencias vitamínicas y minerales, los sustitutos de comidas
proveen un mínimo de 30% de los aportes recomendados en vitaminas hidro y
liposolubles, así como en minerales y oligoelementos. Cuando se consuman este
tipo de sustitutos, se debe beber mucha agua de bajo contenido en sodio para
hidratar el organismo, así como también consumir fruta fresca, rica en fibras,
para aumentar el bolo alimenticio y producir una sensación de saciedad que dure
más tiempo.
Lo
más importante en todo proceso de adelgazamiento es recordar que jamás se debe
sacrificar masa muscular por masa grasa. De ahí que adelgazar no corresponda a una
simple perdida peso, si no a mejorar la relación masa muscular/masa grasa a
favor del músculo. Si solo nos centramos en bajar de peso es muy posible que
perdamos peso demasiado rápido a expensas de la masa muscular en vez de la masa
grasa. En tal caso, si bien nuestro peso se reduciría considerablemente,
nuestro porcentaje de grasa aumentaría. Lo único que conseguiríamos sería
convertirnos en “flacos, obesos, y enfermos.” En consecuencia recomendamos
perder un máximo de dos kilogramos al mes – o sea quinientos gramos de grasa
por semana. Cantidades mayores forzosamente causaran una pérdida de la masa muscular.
Todo
régimen de adelgazamiento debe ser realizado con conocimiento de causa e
inteligencia, y respetando los parámetros dictados por la fisiología y la
bioquímica del adelgazamiento y la inanición. Por lo tanto, en ocasiones es
preferible limitar el consumo de los sustitutos de comidas a una o dos comidas
al día, y complementar las otras comidas con menús equilibrados y bien adaptados.
A lo largo del día existen una media de cinco comidas: desayuno, media mañana,
comida, media tarde, y cena. Los sustitutos de comidas deben ser insertados en
el proceso diario según la severidad del régimen, así como teniendo en cuenta la
hora y la cantidad/calidad de ejercicios físicos complementarios que se
realizan al día. En el caso de que se sustituyan todas las comidas, el
procedimiento no puede ni debe extenderse más de dos semanas sin un estricto
control médico.A
pesar de sus múltiples ventajas, los sustitutos de comidas también pueden presentar
serios inconvenientes que debemos tener en cuenta. Ante todo suelen causar un cierto
grado de frustración ya que la variedad de sabores es limitada y constituye un
factor importante a la hora de tolerar la repetición y el inherente
aburrimiento asociado a la dieta. En consecuencia suele aumentar la sensación
de estrés y nerviosismo con autenticas posibilidades de desembocar en un cuadro
depresivo. También se puede incurrir en una falta de control de impulsos, a
modo de un trastorno bulímico, donde la persona sufre deseos irrefrenables y
verdaderos “ataques o atracones” incontrolables relacionados con el deseo de consumir
azucares y grasas en grandes cantidades para satisfacer sus aparentes
necesidades.
Los
sustitutos de comidas, si bien están bien concebidos para regímenes
alimenticios, ocupan poco volumen como bolo alimenticio dentro de la cavidad gástrica,
y en realidad no sacian el apetito a nivel hipotalámico como lo hace la
autentica comida. De ahí que solo unas pocas horas después de su ingesta surja
una desagradable, y a veces incontrolable, sensación de hambre. Además, y en
virtud de ser alimentos controlados en calorías y nutrientes, es muy fácil
incurrir en ciertas carencias alimenticias si el proceso se extiende en exceso.
De ahí la importancia de un estricto control médico. Finalmente,
los sustitutos alimenticios no participan en nada en el tan importante proceso
relacionado con la de educación alimentaria. Los sustitutos son sólo eso
“sustitutos” – pero no son “comida” en sí. No enseñan a adelgazar o a mantener
el peso con alimentos corrientes, ni a adoptar un régimen de alimentación sano
y equilibrado que pueda ser mantenido a largo plazo.
Desde
el punto de vista médico, los sustitutos de comidas están contraindicados para ciertas
poblaciones como los jóvenes adolescentes en fase de crecimiento, las mujeres
embarazadas, las mujeres que den el pecho, y personas que sufran de trastornos
alimenticios o gastrointestinales previamente diagnosticados. También están
contraindicados en caso de presentarse agotamiento o cansancio, padecer algún
tipo de carencia, o si existe algún trastorno psíquico de relevancia. Por lo
general, el aporte energético de los sustitutos de comidas suelen ser
insuficientes cuando se combina con una fuerte y reiterada actividad física y/o
psíquica. Como último, no se recomiendan su uso con personas que sufren de
trastornos alimenticios tipo anorexia o bulimia.
AUTOR: Guillermo A. Laich de Koller.
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