martes, 15 de enero de 2013

BIOMECÁNICA Y ENTRENAMIENTO DE ALTA INTENSIDAD

Los pasados días 17/18 de marzo, tuve el acierto de asistir a un curso organizado por fit4life (a cuyos responsables agradezco públicamente su interesante labor formativa), en el gimnasio Classic fitness de Murcia, que estuvo dedicado a la biomecánica en relación con el entrenamiento de fuerza o, como más comúnmente se escucha ahora, entrenamiento de musculación, aunque hay quien se obstina en separar estos dos conceptos, pero éste es otro debate.


El curso estuvo impartido por el inefable y controvertido Roberto D. Maragó, cuyos conceptos de entrenamiento comparto desde antes de conocerle a través de sus muchos artículos publicados. Maragó no decepcionó en absoluto, suscitó silenciosa polémica en principio; provocó perplejidad en los más distanciados del conocimiento del entrenamiento de alta intensidad y culminó con una exposición más que convincente, aportando una cascada de argumentos, datos y toda suerte de detalles con sólido fundamento, como a él mismo le gusta decir cuando de apoyar una teoría se trata. En mi opinión, lo más destacable fue la habilidad de Maragó para explicar complejos procesos de física y fisiología de manera que pudieran ser fácilmente entendidos hasta por el menos cualificado atento receptor. 
En esencia, el tema del curso estuvo centrado en la explicación de cómo obtener la mayor productividad del ejercicio destinado al aumento de la fuerza y tamaño muscular; entendiendo como lo más productivo aquello que proporciona el mayor estímulo en el menor tiempo posible, o lo que es igual, nos lleva a alcanzar el grado de contracción muscular capaz de utilizar todas las fibras musculares disponibles, situación a partir de la cual, se da paso a un periodo de recuperación lo suficientemente largo que permita cumplir todos los procesos bioquímicos necesarios para que tal desarrollo sea logrado.
Para explicar la forma óptima, o tal vez la única forma de implicar a todas las fibras musculares disponibles, Maragó se basó en el empleo de las máquinas nautilus, sin cuya aportación biomecánica, diseñada específicamente para este fin, la consecución de este objetivo sería inútil. Para argumentar su tesis, expuso cómo las fibras musculares obedecen al principio del “todo o nada”: las fibras se contraen completamente o no se contraen, sin que exista una acción parcial. Por tanto, la contracción muscular va incorporando más fibras a medida que se le impone una demanda mayor, pero sólo utilizará todas las fibras disponibles si se llega a la máxima contracción posible, algo inalcanzable si se usa el equipamiento convencional, incluidos los tan preferidos pesos libres que muchos proclaman y que, si soy capaz, trataré de dejar medianamente claro en este artículo exponiendo una ajustada síntesis de los planteamientos de Roberto D. Maragó, quien abundando en los principios del entrenamiento de alta intensidad desarrollados por Arthur Jones, precursor de este método, y Mike Mentzer, quien amplió este concepto creando el sistema Heavy Duty, ha incorporado una aportación técnica muy rigurosa basada en la fusión de la física y la fisiología que se aproxima al descubrimiento del ejercicio perfecto para desarrollar fuerza y tamaño muscular. 


Aceptando que el uso de pesos libres (barras en cualquiera de sus versiones) es un recurso productivo para el desarrollo de la fuerza y el músculo, y aceptando también, en parte, el acierto de sus defensores al preferirlos a las máquinas convencionales cuya evolución durante más de cuatro décadas se ha ceñido exclusivamente a los aspectos estético y comercial, hay que señalar, sin embargo, que siendo la barra un buen medio de entrenamiento, su efectividad es bastante limitada. 

Así lo apreció Arthur Jones al comprobar que el peso libre, por efecto de la gravedad, se mueve en línea recta vertical hacia abajo, igualmente comprendió que aunque éste podía ser redirigido mediante el uso de poleas, el resultado no variaba en esencia, es decir, podía cambiar su dirección a un sentido horizontal, pero igualmente en línea recta. Hasta aquí nada de esto parece ser relevante, pero si nos detenemos a observar minuciosamente la función de cada uno de nuestros grupos musculares, comprobaremos que estos ejercen en su mayoría un movimiento rotatorio y, por tanto, sólo coincidente en una pequeña parte del recorrido de un ejercicio que provee resistencia en línea recta. Considerando el hecho de que la fuerza muscular varía incrementándose desde el punto de máxima extensión hasta el punto de máxima contracción, comprenderemos por qué el peso libre o las máquinas que funcionen como tal, están limitados en su efecto sobre la contracción muscular al no proveer resistencia rotatoria opuesta a la curva de fuerza ejercida por el músculo.

El trabajo de Arthur Jones, a mi juicio poco valorado inexplicablemente, consistió en hallar el modo de superar las limitaciones que presentan los pesos libres para conseguir el máximo estímulo muscular posible. Así elaboró un diseño biomecánico nada exento de complejidad, que tras una larga sucesión de pruebas consiguió obtener, por medio de una resolución geométrica, el equipamiento adecuado capaz de proveer resistencia recíprocamente opuesta a la curva de fuerza muscular y al movimiento de la parte corporal correspondiente. Pero ésta es una explicación muy resumida, y fueron muchos los puntos que Jones hubo de considerar para obtener la herramienta que proporcionara un ejercicio perfecto: un ejercicio que hiciera posible alcanzar la contracción de todas las fibras musculares disponibles, para lo cual es necesario no sólo el equipo adecuado, también se precisa aplicar la máxima intensidad. En su investigación descubrió los diez puntos básicos ampliamente descritos en el valiosísimo libro de Roberto Maragó: “Buscando el ejercicio perfecto”, y que cito literalmente: Resistencia rotatoria. Trabajo positivo. Trabajo negativo. Estiramiento. Pre-estiramiento. Resistencia automáticamente variable. Resistencia balanceada. Resistencia directa. Resistencia en la posición máxima de contracción. Velocidad de movimiento ilimitada.

Basándose en estos diez puntos, Arthur Jones diseñó máquinas para el entrenamiento de la fuerza y desarrollo muscular, que para entrenadores y practicantes del entrenamiento con pesos, bien podrían ser consideradas obra de arte. Empero, no deja de ser curioso que, aún explicando con discurso coherente, verosímil y fundamentado, como resulta de la didáctica del profesor Maragó, exista una resistencia frontal a admitir que el concepto-creencia de que los pesos libres son la mejor opción para el trabajo muscular productivo, está superado como demuestra la fisiología del ejercicio y la biomecánica aplicada a éste. Para entenderlo no es necesario ser un experto en biomecánica, basta con un poco de sentido común. Cuando he intentado explicar los criterios del entrenamiento de alta intensidad a entrenadores y practicantes avanzados, a menudo he recibido un manifiesto rechazo menospreciativo; bien, ante tal actitud me sirvo de uno de estos recursos: el primero y más efectivo es el alejamiento inmediato, si esto no es posible, les regalo una barra de tiza, siempre acaban entreteniéndose con ella.
Hay que destacar que para que el uso de estas máquinas sea ciertamente productivo, es imprescindible seguir el patrón básico del entrenamiento de alta intensidad: Intenso.- Llevado hasta el punto de fallo, de modo que permita implicar a todas las fibras musculares disponibles. Breve.- La cantidad de ejercicio mínima indispensable para alcanzar el punto anterior. Infrecuente.- Estableciendo períodos de recuperación suficientemente largos (4-5 días) que aseguren la disposición de los recursos bioquímicos implicados en la recuperación y posterior crecimiento de las fibras musculares. Pues si empleáramos este equipo en el entrenamiento convencional: alto volumen y alta frecuencia, incurriríamos en el mismo error que éste y nos llevaría igualmente al sobreentrenamiento, incluso más rápidamente por proporcionarnos estas máquinas un trabajo mucho más completo y exigente.
Para terminar os quiero recomendar a quienes estéis interesados en la biomecánica aplicada al entrenamiento de alta intensidad, la lectura, o aún mejor el estudio del antecitado libro de Roberto D. Maragó: “Buscando el ejercicio perfecto”. En él encontraréis ampliamente desarrollados los conceptos que espero haber sido capaz de sintetizar o siquiera transmitir la esencia de ellos.

AUTOR: Antonio Manzano.




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