martes, 15 de enero de 2013

ESGUINCES Y DESGARROS

Es muy común en los practicantes de actividad física o deporte sufrir lesiones por elongación. Cuando esto ocurre hay dos estructuras que son lesionadas con más frecuencia. Los ligamentos y los músculos.

Los ligamentos son estructuras fibrosas que se encargan de mantener la estabilidad de la articulación, uniendo los dos extremos de esta. Son resistentes y poco extensibles, sin capacidad contráctil. Aseguran la congruencia articular y son un refuerzo de las cápsulas. La lesión de elongación de un ligamento más allá de su límite fisiológico se conoce con el nombre de esguince.
Los músculos son estructuras con capacidad contráctil propia, que se insertan mediante tendones al hueso. Ponen en relación dos articulaciones y aunque también poseen una importante función estabilizadora, es más relevante su acción motora, ya que posibilitan el movimiento de las palancas óseas. Se lesionan si se estiran excesivamente y lo suelen hacer en la unión miotendinosa. Esa lesión se denomina desgarro o rotura fibrilar.
Los esguinces suelen ser lesiones de tipo traumático que pueden producirse en cualquier edad. En los niños en edad de crecimiento, la fisis del hueso es la parte débil, por lo que las lesiones se producen más en esa zona del hueso, ya que por otro lado se cuenta con mucha laxitud ligamentosa.
Los desgarros, aunque también se pueden producir con cualquier edad, son frecuentes en las etapas de crecimiento, puesto que el tejido conectivo crece de manera más lenta que el tejido óseo, por lo que se encuentra un tanto tenso ya en posición relajada y un movimiento explosivo o llevado al límite de la amplitud articular puede lesionar las fibras musculares. En adultos mayores también se da con cierta frecuencia debido a la pérdida de colágeno, por lo que el tejido se vuelve menos extensible.
En el esguince, el mecanismo lesional siempre es un movimiento que fuerza los límites de la articulación. A veces va acompañado de un chasquido o crujido dependiendo de las estructuras que se vean afectadas. A continuación le siguen, hinchazón, tumefacción, dolor y más o menos impotencia funcional. La equimosis aparece en torno a las 24-48 horas, posteriores al traumatismo. Ni la inflamación repentina, ni la magnitud del dolor pueden ser signos de la gravedad de la lesión. Hay esguinces que aparentemente no son muy graves y el alcance reviste mayor gravedad posterior. Se clasifican en tres grados:
Grado 1: Elongación y/o pequeña rotura de algunas de sus fibras, pero sin que la articulación se note inestable al someterla a estrés. Tratamiento precoz y poca inmovilización.
Grado 2: Mayor número de fibras lesionadas y rotas. Existe inestabilidad evidenciada por las maniobras de estrés articular. Inmovilización evitando la atrofia, pero protegiendo la integridad articular.
Grado 3: Rotura completa. Inestabilidad. Tras la inmovilización y cicatrización se debe valorar la estabilidad de la articulación y repararse quirúrgicamente, si fuera necesario.

Los desgarros o rupturas musculares se deben a estiramientos bruscos del músculo, aunque en ocasiones aparecen tras una contracción muy brusca de este. Si la magnitud del desgarro es importante en ocasiones se acompañan de un sonido característico. Los que no son muy importantes a veces pasan inadvertidos en las primeras horas, porque el músculo se encuentre caliente y mantenga un estado de mayor viscoelasticidad. Al igual que en las lesiones ligamentosas, según el número de fibras afectadas se habla de diferente gravedad. Cuando la lesión afecta a pocas fibras el tratamiento es conservador, procurando que se produzca una buena reorganización de las fibras. Si la rotura es completa y se produce una solución de continuidad en el músculo o tendón, deberá ser suturado mediante intervención quirúrgica. El problema de las lesiones musculares es que si no se tratan adecuadamente, se mantiene un acortamiento y se pierde extensibilidad en  la zona lesionada, por lo que se pueden producir recidivas. Además al suturar, se tienen que superponer ligeramente los extremos rotos, por lo que ya se parte de un estado de acortamiento mayor y deberá insistirse mucho en recuperar la extensibilidad completa. Muy relevante en caso de las extremidades, para evitar descompensaciones a posteriori.
En ambos casos, tanto si se lesiona un ligamento, como músculo o tendón; es posible que se pueda llegar a una rotura ósea por arrancamiento. Para el diagnóstico de esta afección hay que recurrir al estudio radiológico para confirmar las sospechas.
Las complicaciones de estas lesiones, no poco frecuentes por no tratarse adecuadamente en demasiadas ocasiones, pueden llegar a la cronificación de la inestabilidad articular y en casos más graves a la aparición de un síndrome compartimental, del que hablaremos en el próximo número.
Es por tanto muy importante que se traten adecuadamente desde el principio, aunque parezcan de poca importancia. Para evitarlas se aconseja mantener las propiedades del musculo: contractilidad y elasticidad; para ello se debe trabajar la fuerza y la flexibilidad. Con el trabajo de fuerza muscular también se beneficia el sistema cápsulo-ligamentoso, porque mejora la estabilidad activa de la articulación por las inserciones musculares periarticulares. La flexibilidad permite aumentar la capacidad de estiramiento del músculo y que sea capaz de recuperar su longitud original. A su vez, una mayor elasticidad en el músculo permite que se mejore la fuerza, ya que un músculo es capaz de generar mayor fuerza y de forma más rápida si puede elongarse más allá del 120% de su longitud inicial.


AUTOR: Mª Mar García Valverde

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