jueves, 3 de enero de 2013

LESIONES MENISCALES

Una de las patologías más frecuentes en la actividad físico-deportiva, aunque no exclusiva de esta, son las lesiones de los meniscos. Estas estructuras se encuentran en algunas articulaciones. En este caso nos vamos a referir a la articulación de la rodilla, estructura en la que es muy frecuente su lesión.


La rodilla dispone de dos meniscos, uno situado en posición medial, conocido como menisco interno y otro en posición más lateral, o menisco externo. Los meniscos se interponen entre la meseta tibial y los cóndilos del fémur. Cuando se producen los movimientos en la articulación, los meniscos acompañan en ese desplazamiento a los cóndilos. De esa forma el mecanismo asegura que tanto en la flexión, extensión, rotaciones interna y externa y los deslizamientos, propios del ajuste preciso de la articulación, se mantenga la integridad de la misma.

Entre los meniscos interno y externo existen algunas diferencias morfológicas. El primero ocupa una menor superficie de contacto y posee una forma más ovalada, en forma de "C", menos cerrada en su porción interna, lo que se denominan cuernos o astas meniscales. Por su parte, el menisco externo, presenta un contorno más redondeado, en forma de "O", con una mayor superficie de contacto y en la que los cuernos meniscales están más próximos entre si. Esta diferencia anatómica, junto a las peculiaridades mecánicas de la rodilla, hacen que el menisco interno presente un mayor índice lesional.

La expansión del ligamento lateral interno y de los ligamentos menisco-rotulianos, también conocidos como alerones rotulianos, se adhieren a la cara externa del menisco interno.

Por lo tanto encontramos que algunas de las funciones de los meniscos son:
- Mejora de la congruencia articular, de manera que asegura la estabilidad del complejo cápsulo-ligamentoso.
- Disminución de la fricción entre las superficies óseas, al igual que el cartílago articular, para prevenir el desgaste de la articulación y preservarla de la artrosis.
- Amortiguación de las cargas soportadas por la presión axial y los movimientos rotacionales en carga, así como las fuerzas de reacción del suelo, que se dirigen en trayectoria ascendente.
- Permitir una mejor distribución de los elementos nutrientes de la articulación y eliminación de los desechos.


Pero, pese a todas esas propiedades mecánicas, como toda estructura, los meniscos tienen un límite de resistencia. De entre todas las fuerzas a las que se somete la articulación, la compresión más rotación es la peor tolerada por la rodilla. Es con ese movimiento cuando se producen las lesiones que afectan a los meniscos, pudiendo incluso comprometer la integridad de otras partes blandas, si la magnitud de la fuerza supera la resistencia física de las estructuras periarticulares.

De los dos meniscos, el que con más frecuencia se lesiona es el interno. En parte, la existencia de un valgo fisiológico de rodilla, hace que las presiones axiales, caigan con más intensidad en el compartimento medial de la rodilla. Además, el menisco interno está más “sujeto” a otras estructuras periarticulares, lo que hace que tenga menor capacidad de escape que el externo ante un movimiento forzado y rápido, pudiendo producirse entonces su lesión.

Las roturas meniscales pueden ser de distintos tipos, y un signo característico, aunque no siempre presente en las mismas, es el bloqueo de la rodilla. Esto se debe a que el fragmento roto ocupa parte del espacio articular, y puede suponer un tope a los movimientos de flexo-extensión de la rodilla. Así mismo, también suele aparecer dolor a nivel de la interlínea articular, incluso pudiendo proyectarse a la parte posterior de la articulación, según el extremo del menisco más afectado. También puede haber limitaciones tanto para la flexión profunda de rodilla como para la completa extensión de la misma.
Al tratarse de estructuras prácticamente avasculares, es imposible la reparación vía natural de las mismas, ya que al no llegarles sangre tampoco le llegan a través de ella los elementos necesarios para su remodelación. Es por esto que cuando existen lesiones meniscales más o menos importantes, se hace necesaria la reparación quirúrgica de las mismas. Sólo en determinadas roturas del menisco interno, cercanas a la zona donde penetra la pequeña irrigación que presenta, y en pacientes jóvenes, se intenta la sutura del menisco. En la mayoría de ocasiones, sin embargo, se realiza la extirpación del fragmento roto, siempre intentando preservar la mayor superficie meniscal posible, dado la importante función que tiene a nivel articular, como ya comentamos anteriormente.

La aparición de la cirugía por artroscopia ha supuesto un gran avance en el tratamiento de estas lesiones, dado su menor agresividad y la rapidez con la que se produce la recuperación funcional tras la misma.



Tras la misma, normalmente el paciente puede comenzar el apoyo con descarga parcial desde prácticamente el mismo día o al día siguiente de la intervención.
En los primeros días post-cirugía, es muy recomendable comenzar con ejercicios de carga completa en piscina, así como movilizaciones articulares dentro del agua.
Durante la recuperación funcional es importante comenzar con el trabajo isométrico a nivel de cuadriceps, isquiotibiales, adductores y abductores de rodilla.
En caso de que existiera edema en la articulación, también es importante realizar maniobras de drenaje linfático manual, así como ejercicios de estimulación del retorno venoso en posición declive.
Se debe recuperar la amplitud completa de movilidad a nivel articular, si es que hay limitación de la misma, haciendo hincapié en la restitución de los movimientos de rotación automática de la rodilla que acompañan a los movimientos fisiológicos de flexo-extensión, así como los deslizamientos en varo-valgo a nivel analítico articular.

También se trabajará la potenciación muscular del miembro inferior, comenzando con ejercicios que no sean de gran impacto a nivel articular, y trabajando tanto de forma concéntrica como excéntrica la contracción muscular a nivel de cuadriceps e isquiotibiales.
Así mismo, se deben ir trabajando de forma simultánea ejercicios propioceptivos a nivel del miembro inferior, pudiendo empezar con ejercicios en apoyo bipodal en plano estable e ir progresando y aumentando la dificultad en apoyo monopodal y superficie inestable.
Si al finalizar el programa de rehabilitación el paciente aún presentara algún dolor residual a nivel de la interlínea articular, sería conveniente revisar la posible presencia de puntos gatillo musculares a nivel de cuadriceps, adductores, etc que pudieran ser responsables de dicho dolor y cuya inactivación sería imprescindible para la completa resolución del cuadro doloroso.

AUTOR:  Mª Mar García Valverde.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
Gym Factory © 2014 gymfactory.net & Gym Factory . ...