viernes, 6 de septiembre de 2013

DOLOR DE ESPALDA Y ENTRENAMIENTO PERSONAL

Un 80% de la población sufre algún tipo de dolor y, el más frecuente de todos es el de la columna cervical o lumbar. A menudo se piensa que el origen del dolor de la espalda es debido a problemas discales, pero existen tantos posibles orígenes que, a veces, no podremos aclarar qué tejido está afectado y el tipo de lesión que tiene. La artrosis y artritis, roturas fibrilares de músculos, esguinces ligamentarios, tuberculosis o incluso, el cáncer, son motivos de dolor de espalda.

Algunas de estas lesiones son agudas, susceptibles de tratamiento, reposo e inmovilización. Evidentemente, en estos casos no podemos intervenir. Sin embargo, en el caso de patologías crónicas como la artrosis o las que cursan por crisis, como la artritis reumatoidea en los periodos intercrisis (de silencio del dolor), podemos intervenir y hacer mucho bien a las personas afectadas.
En los casos de dolor, debemos marcarnos un conjunto de objetivos que permiten mejorar el estado de la columna. Primero, debemos asegurar que la zona esté libre de dolor agudo. A continuación, debemos mejorar el rango de movimiento buscando la simetría y que la distribución de la movilidad esté equilibrada en los sentidos del movimiento correspondiente a esa articulación.
El cuidado de la postura es de gran importancia: debemos alinear la columna corrigiendo las curvaturas y las rotaciones de las vértebras. El alineamiento correcto de las vértebras hace que la carga que se ejerce sobre los discos y los cuerpos vertebrales sea uniforme. Al estar repartida la presión, la unión intervertebral sufre menos y se desgasta más lentamente. Prevenimos o frenamos problemas como la degeneración de los cartílagos o la artrosis, por ejemplo. No debemos olvidar nunca que el hueso y el cartílago son tejidos vivos y por tanto, moldeables.
Por último, el equilibrio muscular debe ser adecuado. Todos tenemos músculos más activos, fuertes y resistentes (tónicos) que tienden a acortarse y músculos veloces, potentes y largos (fásicos) que tienden a atrofiarse. Cuando la musculatura que hay alrededor de una articulación se atrofia por un lado y se acorta por otro, tenemos un desequilibrio muscular que repercute en la posición relativa de los huesos y en la movilidad de la misma. Debemos restablecer el equilibrio de esa musculatura. 
Por último, nos encargaremos de mejorar el control neuromuscular, rehacer los patrones de movimiento y “fijar” las nuevas posturas y patrones de movimiento adquiridos.
Si logramos mejorar todas estas cualidades musculares, articulares y neurológicas, haremos que los movimientos de la columna sean armónicos, fluidos y amplios; y el dolor mejorará notablemente.


El entrenador personal y recursos de trabajo
El principal recurso del entrenador personal son sus manos. Con la adecuada sensibilidad podemos verificar la cantidad y calidad del movimiento de las articulaciones y tejidos blandos.
Para mejorar la movilidad haremos estiramientos asistidos y activos (CRAC, PNF,…), eliminaremos restricciones y daremos más elasticidad a los músculos que se hayan fibrosado (eliminaremos rigideces). Pero más allá, podemos hacer movilizaciones articulares. Desde luego que debemos dominar la técnica y tener buena sensibilidad. Las movilizaciones bien aplicadas, fijando con firmeza los huesos muy cerca de la articulación y realizando movimientos en las tres dimensiones del espacio logran mejorar tanto los macromovimientos como los micromovimientos (que tienen una importancia enorme para ajustar los desplazamientos amplios).
Tenemos una enorme cantidad de recursos para lograr el equilibrio de la musculatura. El primer paso es el estiramiento de músculos fibrosos acortados, requisito imprescindible y primera prioridad para reequilibrar la musculatura. Por otro lado, la tonificación de los músculos débiles podemos realizarla con todo el material de que disponemos en nuestras instalaciones: máquinas guiadas, materiales elásticos, electroestimulación,… y también con la resistencia manual que permite un trabajo muy preciso y localizado. El trabajo en suspensión provoca co-contracciones en las que se activan los agonistas y antagonistas, con lo que la “funda” muscular de la articulación hace que ésta sea muy estable.
Para el trabajo postural tenemos equipamiento adecuado como los materiales inestables, las gimnasias de conciencia corporal (Pilates, Feldenkrais, Alexander, Bertherat, etc.), las indicaciones táctiles, “visualizaciones” y ayudas manuales a la reorganización corporal. Algunas actividades tendentes a alinear desviaciones como la escoliosis incluyen ejercicios de “desrrotación” de las vértebras (como el método Schroth o el propio Pilates).
Para lograr una buena actitud corporal debemos tener un adecuado control del centro (CORE). La activación del CORE aumenta la presión intraabdominal y por tanto, a través del diafragma, la del tórax. El aire y los líquidos del abdomen y del tórax se comprimen y se compactan haciendo que el torso sea más estable. De esta manera el peso se reparte y la columna vertebral se descarga y se libera.
Por último, la mejora del control neuromuscular la podemos realizar por medio de una infinidad de ejercicios que mejoran la coordinación, el equilibrio, agilidad, etc. Las capacidades coordinativas, vistas en conjunto, afinan el control sobre la musculatura, mejoran la percepción del propio cuerpo, ajustan las posiciones articulares y mejoran la calidad del movimiento.
En resumen, podemos ver que un entrenador personal, sin entrar en el ámbito sanitario tiene una enorme cantidad de recursos para aliviar el dolor de clientes que padecen afecciones crónicas. Además, podemos hacer que tengan mayor libertad de movimientos, finura en los gestos y capacidad para realizar las actividades del día a día. Recordemos, sin embargo, que todo el trabajo debe realizarse cuando la persona no tenga dolor agudo ni inflamación activa.

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