miércoles, 14 de mayo de 2014

HERNIAS Y LUMBAGO

Hernias y lumbago


- ¡Doctor, me duele la espalda! Llevo ya unos años en los que no hay día que no me moleste. Unas veces me levanto bien, pero a medida que avanza el día noto como una carga que va a más y no sé ni como ponerme... Otros días me levanto como si me hubieran dado una paliza, con mucha rigidez y me cuesta hasta ponerme los calcetines...
Estas frases se pueden escuchar a diario en todas las consultas médicas.
- Vamos a hacer una radiografía y una resonancia, a ver que nos encontramos... Ya está, la resonancia revela una hernia discal y dos protrusiones, por eso tiene usted esos dolores. 
- Oh, no, una hernia de disco... Y ahora, ¿qué debo hacer, he de operarme, se acabó mi actividad física favorita?
Estas son algunas de las cuestiones que se plantean cuando recibimos la fatídica noticia de que nuestra columna vertebral ha comenzado a deteriorarse. Si bien es cierto que en muchas ocasiones una hernia discal puede ser un auténtico fastidio, no es menos cierto, que en un porcentaje de personas en la década de los 30, es frecuente encontrar protrusiones y/o hernias, que permanecen asíntomáticas. Esto quiere decir, que la hernia de disco en sí misma no tiene porqué convertirse en un obstáculo insalvable, para continuar llevando una vida normal e incluso realizar una actividad intensa. 
Entre dos segmentos vertebrales, encontramos un disco, una pieza de fibrocartílago cuya misión es repartir las presiones multidireccionales que se ejercen sobre nuestro eje central, denominado raquis o columna vertebral. Sin embargo, la capacidad de absorción del disco no es la misma para todo tipo de movimientos, siendo más vulnerable a los movimientos de cizallamiento, en los que a la presión axial se le asocia un movimiento de torsión.
El disco está compuesto por un núcleo pulposo y un anillo fibroso, con disposición concéntrica alrededor del núcleo. En la protrusión el núcleo impronta en el anillo, pero no llega a rebosarlo por completo. La hernia suele ser un estadío más y el núcleo progresa incluso hasta alcanzar la raíz o romper el ligamento vertebral común posterior. Esto nos lleva a distinguir varios tipos de hernias, que van a presentar sintomatología diversa y una mayor o menor afectación motora. Si bien, en la práctica hay pacientes que con protrusiones leves se encuentran significativamente peor, que otros con lesiones de más entidad.
Las hernias pueden clasificarse como: subligamentarias, transligamentarias, excluidas, calcificadas e incluso asociadas a un nódulo disco-osteofítico. Todas ellas tienen un pronóstico diferente y en un gran porcentaje, con el tratamiento conservador adecuado y unos buenos hábitos de vida saludables, en gran medida se evita recurrir a la cirugía.
La mayoría de las hernias, que recordemos suele ser una patología del movimiento, que se generan en esfuerzos importantes y cuando los discos tienen una buena cantidad de hidratación, por lo que como veíamos es una lesión de edades tempranas, ya que el envejecimiento, deshidrata los discos y limita la amplitud de movimiento intervertebral, por lo que alcanzar el límite de resistencia a las presiones, se antoja más complicado.
Muchas de estas hernias se suceden tras un movimiento concreto, al que le sigue un episodio de lumbago. En muchos casos, la persona se queda doblada, literalmente, y es imposible mantener la posición bípeda. Cuando el proceso agudo se revierte, en muchos casos ya se ha producido la lesión en la estructura y con el tiempo va degenerando más rápidamente. 
La terapia manual es recomendable para restituir el movimiento fisiológico de la columna. Una alteración en un segmento fijado con una contracción antiálgica defensiva, provoca que aparezcan hipermovilidades compensatorias en las vértebras adyacentes, lo que contribuye a aumentar las tensiones en esos segmentos y posibilita la aparición de nuevos episodios. Se trata por tanto de restablecer un movimiento mecánico normal, que distribuya las presiones entre todos los componentes vertebrales. Las técnicas aplicadas con las camillas de flexión distracción, son la opción más efectiva para recuperar las hernias discales, mantener y mejorar la movilidad y asegurar la hidratación de los discos.
Como siempre, la cirugía debería ser el último recurso, una vez agotadas las vías conservadoras; pero recordar, que el tratamiento farmacológico no puede ser la solución, ya que no elimina el problema, simplemente lo enmascara, apagamos la alarma, pero el fuego sigue quemando nuestra columna...  

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