lunes, 23 de marzo de 2015

EJERCICIO FÍSICO Y ALZHEIMER: La actividad física puede favorecer la salud cognitiva ( y II )

En la primera parte de este artículo recordaba como la salud que tendremos mañana, dependerá de cómo nos cuidemos hoy. Más de 35 millones de personas en el mundo padecen algún tipo de demencia, y el Alzheimer es la más común. Controlando la salud y practicando actividad física, se puede reducir este mal.

Al desarrollar alguna actividad coreografiada, tanto en hombres como en mujeres, el Lóbulo Frontal es accionado, y con sus neuronas se encarga de controlar los músculos del cuerpo, de la reproducción del habla, de la elaboración del pensamiento y de la emoción. El Lóbulo Parietal influye en la ubicación espacio-temporal, que se relaciona con los sonidos y la memoria, además de participar en los desplazamientos de la persona en cuestión, fomentando la integración espacio / individuo. También calcula las distancias entre el individuo y los demás mientras  están en movimiento. El Lóbulo Occipital interpreta las imágenes y figuras coreográficas. El Lóbulo Temporal se encarga de complejas tareas como el reconocimiento de procesos auditivos y visuales; se ocupa de la audición y del lenguaje, entre otras funciones. Al escuchar las músicas que son utilizadas en las sesiones de entrenamiento, el lóbulo temporal se encarga de descifrar todas las informaciones que son recibidas. Cuando nos comunicamos oralmente con otra persona pasa lo mismo: todo el proceso de memorización auditiva y  la gestión de las informaciones que recibimos pasa por ese interesante órgano, que recibe, procesa e identifica la información que entra a través del oído; además, también ayuda en la gestión del equilibrio y regula las emociones. El Cerebelo, de entre varias funciones, también ayuda a controlar el equilibrio del cuerpo, no importando la situación en que éste se encuentre.

Al bailar o con la utilización de movimientos coreografiados dentro de un entrenamiento, el metabolismo se  acelera y, en consecuencia,  habrá un incremento en la cantidad de riego sanguíneo. Cuanto mayor es la cantidad de riego sanguíneo, mayor será la claridad para ver las cosas y para la toma de decisiones. Otra de las cosas interesantes que ocurren con la subida del riego sanguíneo, es el aumento de la neuroplasticidad; en otras palabras, una mayor conexión entre neuronas. Estimular el riego sanguíneo en esas poblaciones es algo muy interesante.

La actividad física puede favorecer la salud cognitiva mediante  algunos beneficios observados en el sistema cardiovascular que se extienden al sistema cerebro-vascular: el incremento de la neurogénesis, principalmente a nivel del hipocampo,  la mejora de la citoarquitectura cerebral y de las propiedades electrofisiológicas, el aumento de los factores de crecimiento cerebrales,  una disminución de la formación de las placas amiloides en la enfermedad de Alzheimer.

Además de estimular las inteligencias, en este estudio se buscaba

  • ACTH – hormona del estrés
  • AMPK – hormona que estimula la quema de glucosa. Ésta se pone en marcha cuando hacemos ejercicio y una de sus actividades es favorecer el  aumento  del consumo de glucosa  y de oxígeno en los músculos.
  • S/E/O/D/N – hormonas del bienestar y de la felicidad
  • LRRTM1 – gen relacionado con el uso de las manos. Cambia la simetría del cerebro de manera congénita o impuesta.

Se han obtenido resultados   muy interesantes, pues las zonas cerebrales que han sido estimuladas son las mismas que se estimulan  en las actividades de desarrollo  cognitivo libres de actividad física.

La actividad física para el desarrollo cognitivo, además de ser un favorable entrenamiento cardiovascular,  es capaz de incrementar  la reserva cerebral mediante la inducción de neurogénesis y sinaptogénesis, de aumentar la reactividad sináptica del hipocampo, de mejorar la vasculatura cerebral, de reducir el depósito de hierro en el cerebro, de reordenar las redes neurocognitivas,  de debilitar  las reacciones adversas de las hormonas del estrés en el cerebro, de alterar  la densidad de las lesiones de la sustancia blanca que reflejan microangiopatía, y de mejorar el rendimiento cognitivo.  Algunos otros estudios han comprobado que las actividades cognitivamente estimulantes desde las primeras edades, se asocian a una disminución del riesgo de sufrir enfermedades cerebrales en el futuro, sobre todo en las mujeres, y eso podría empezar desde la gestación.  Durante el embarazo, el ejercicio físico controlado y supervisado ayuda a mejorar  la circulación fetal, mucho más que estar en reposo en la cama, lo que beneficiaría enormemente al feto. Es tremendamente positivo para la madre, al mismo tiempo que se fomentan los primeros estímulos al bebé antes mismo de nacer.

No obstante, si  direccionamos nuestras miradas al desarrollo de la inteligencia,  hay varios estudios que han comprobado que los niños que hacen ejercicio tienen un mejor rendimiento académico. El aumento del flujo sanguíneo que llega al cerebro hace que mejore su oxigenación; de otra parte, los factores de crecimiento se incrementan de una manera muy significativa, lo que favorece en los niños la creación de nuevas neuronas y potencia la flexibilidad sináptica del cerebro, lo que es fundamental en estas edades. Asimismo, el ejercicio físico también aumenta las cantidades de dos neurotransmisores (noradrenalina y endorfina) que disminuyen el estrés, mejoran el ánimo y son importantes para conseguir un mejor aprendizaje.  Un buen entrenamiento físico es capaz de estimular el cerebro, y a la vez de proporcionar una estupenda  mejoría física, tanto en las primeras edades como en las edades adultas, al mismo tiempo que será capaz de fomentar una vejez libre de enfermedades, sobre todo de las cerebrales. Desde luego todavía hay mucho que aprender y mucho camino por recorrer dentro de las enfermedades, principalmente las del cerebro, sin embargo los resultados hasta ahora están siendo muy prometedores.

En 21 días las células madre se convierten en neuronas. Por este motivo es fundamental que tengamos en cuenta que siempre podemos aprender cosas nuevas y que la edad no debe ser un impedimento para ello. La actividad física es una gran herramienta para el desarrollo de la inteligencia en todas las edades, y concretamente para prevenir el deterioro cognitivo.  La mejor manera de mantenernos biológicamente jóvenes es  aprender siempre algo nuevo.

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