Todo se
mueve y todo movimiento es relativo. Cuando estudiamos el movimiento de algún
objeto, siempre lo describimos en relación o respecto a otro. El movimiento que
nos interesa en este artículo es el que se produce en el gimnasio cuando
entrenamos con pesas.
Si bien es fácil reconocer el movimiento, no resulta tan
fácil describirlo. Hasta los científicos griegos de hace 2000 años, que
entendían muy bien muchas ideas de la física que estudiamos en la actualidad,
se veían en grandes dificultades para describir el movimiento. Y no lo
consiguieron porque no entendían el concepto de “razón de cambio” que
corresponde a una cantidad dividida entre el tiempo, y nos dice cuanto de
rápido ocurre un fenómeno, o cuanto cambia alguna cantidad en un determinado
intervalo de tiempo. Todo movimiento se describe en términos de tres razones de
cambio fundamentales: rapidez, velocidad, y aceleración.
La rapidez es una medida de lo deprisa que se mueve un objeto
y corresponde a la razón de cambio a la que se recorre una distancia. El
termino “razón de cambio” indica que estamos dividiendo alguna cantidad entre
el tiempo, en este caso la distancia recorrida por unidad de tiempo – donde
“por” significa “dividido entre.”
La velocidad también es una medida de lo deprisa que se mueve
un objeto. La diferencia entra la rapidez y la velocidad es que la velocidad es
una rapidez en una dirección dada. Por ejemplo: cuando decimos que una barra se
desplaza a 2 metros por segundo sin especificar su dirección estamos indicando
su rapidez; pero si la misma barra se desplaza a 2 metros por segundo en
dirección vertical estamos especificando su velocidad.
La aceleración es una medida de lo deprisa que cambia de
velocidad un objeto. La razón de cambio de la velocidad se conoce como
aceleración. Podemos cambiar el estado de movimiento de un objeto cambiando su
rapidez, su dirección, o ambas cosas. La aceleración representa una medida de
lo deprisa que cambia la velocidad respecto al tiempo, o sea una razón de
cambio de otra razón de cambio.
El termino aceleración se aplica tanto a los aumentos como a
las disminuciones de la velocidad, fenómenos que se conocen como aceleración y
desaceleración respectivamente. Aceleración es aplicable tanto a los cambios de
rapidez como a los cambios de dirección, de tal manera que si cambiamos la
rapidez o la dirección, o ambas, estamos cambiando la velocidad, es decir,
estamos acelerando. A su vez, la cantidad de aceleración depende de la cantidad
de fuerza total aplicada a un objeto.
La idea central en el concepto de aceleración es el “cambio.”
Siempre que cambiamos nuestro estado de movimiento estamos acelerando. Tener
una buena aceleración significa ser capaz de “cambiar rápidamente,” y no
necesariamente ser veloz. Podemos apreciar los efectos de una buena aceleración
cada vez que Diego Maradona, Ronaldo, o Lionel Messi se dirigen hacia la
portería contraria con el balón.
Como la aceleración corresponde a una razón de cambio de otra razón de cambio la unidad de tiempo aparece dos veces: primero como unidad de velocidad (en el numerador), y segundo como intervalo de tiempo durante el cual cambia la velocidad (en el denominador). Por ejemplo, cuando la aceleración es de un metro por segundo, escribimos: un metro por segundo cada segundo o un metro por segundo al cuadrado.
Nuevamente, la clave para comprender la física de la aceleración que hemos expuesto anteriormente se reduce al entendimiento de tres conceptos fundamentales: primero, lo que es la velocidad (una razón de cambio en una dirección dada); segundo, que la unidad de tiempo aparece dos veces (segundo cada segundo, o sea segundo al cuadrado), y tercero, que la aceleración es una razón de cambio de otra razón de cambio (o sea, dos razones de cambio).
Nuevamente, la clave para comprender la física de la aceleración que hemos expuesto anteriormente se reduce al entendimiento de tres conceptos fundamentales: primero, lo que es la velocidad (una razón de cambio en una dirección dada); segundo, que la unidad de tiempo aparece dos veces (segundo cada segundo, o sea segundo al cuadrado), y tercero, que la aceleración es una razón de cambio de otra razón de cambio (o sea, dos razones de cambio).
Ahora bien, ¿que tiene que ver todo lo anterior con el
concepto de “aceleración compensatoria”?
La respuesta es: “¡todo!” Mediante la aceleración compensatoria
intentamos reclutar el mayor numero de fibras musculares posible, y mantenerlas
activas durante el máximo tiempo posible – hasta el final del movimiento.
Por ejemplo, en un ejercicio de sentadilla y aplicando
aceleración compensatoria, aplicamos cada vez mayor fuerza y aceleramos cada
vez mas la barra a medida que las palancas corporales incrementan su eficacia.
Por lo contrario, y a medida que llegamos a la parte final del ejercicio, el
valor de la fuerza de la resistencia tiende a disminuir. Cuanto mayor sea la
fuerza aplicada mayor será la aceleración compensatoria, y en consecuencia
mayor y en menor tiempo será expresada la fuerza. En consecuencia la expresión
de fuerza en velocidad, o sea de potencia, será mayor.
Ahora nos preguntamos: “¿Si realizamos cinco series de cinco
repeticiones de sentadilla de manera estándar, cuanto beneficio fisiológico
adaptativo real derivaremos de nuestro gasto total de energía?; y ¿que
porcentaje del numero total de repeticiones constituirá una sobrecarga
suficientemente importante como para poner en marcha nuestros procesos
adaptativos fisiológicos? Con toda honestidad, y personalmente hablando,
sospecho que el 75% del esfuerzo no nos habrá servido para nada. ¿Por que sucede esto?.Por lo general, en la sentadilla solo nos esforzamos al
máximo en el primer 25% del recorrido. El restante 75% lo realizamos a medio
gas a medida que las palancas se tornan cada vez mas eficientes. En
consecuencia la carga gravitacional es cada vez mas liviana.
Típicamente bajamos lentamente y salimos desde abajo, en el
primer 25% del recorrido, mediante un esfuerzo máximo. Pero a partir de ahí nos
frenamos para continuar realizando el restante 75% del ejercicio a una
velocidad baja y constante, y con poco esfuerzo. En consecuencia el proceso de
reclutamiento neuromuscular desactiva cada vez más fibras musculares. En
ausencia de una aceleración compensatoria, podemos afirmar que solo las últimas
dos repeticiones nos serán de alguna utilidad adaptativa. Las primeras tres,
por haber sido de fácil ejecución, no habrán aportado nada significativo.
En todo esto: “¿qué nos queda realmente a modo de sobrecarga
suficiente para activar los proceso fisiológicos de adaptación especifica a la
demanda impuesta? La verdad es que más o menos el 25% nos habrá servido de
alguna utilidad. El restante 75% prácticamente no nos ha servido para nada, ya
que la sobrecarga, en función de la desaceleración y la mejoría en las
palancas, no fue aplicada eficazmente a lo largo de todo el recorrido del
ejercicio. Ahora bien: ¿qué habría que hacer para lograr el 100% de activación
de las fibras musculares en cada repetición de cada serie, en el 100% del
recorrido? La respuesta es: aplicar la aceleración compensatoria.
La acción de la aceleración compensatoria es muy parecida a la acción de los ejercicios isocinéticos donde la velocidad, independientemente de la carga, se mantiene constante en todo el recorrido. La diferencia radica en que en la aceleración compensatoria, en vez de controlar la velocidad del movimiento para que este se mantenga constante, aceleramos de manera compensatoria para que a medida que mejoren las palancas corporales la resistencia sea la máxima.
En otras palabras, a medida que ascendemos desde una posición de sentadilla profunda, la ventaja mecánica de las palancas corporales incrementan su eficacia. A menos que empujemos contra la barra en sentido vertical cada vez con más y más fuerza (aceleración), el factor de sobrecarga disminuirá proporcionalmente a la disminución de la carga. De esta manera en vez de que disminuya la magnitud de la carga al desacelerar, hacemos lo contrario y aceleramos. Aceleramos de manera compensatoria para contrarrestar los efectos negativos producidos sobre la carga en función de una mayor eficacia de las palancas corporales.
El resultado de esta aceleración se traduce en un incremento importante en la capacidad para generar una sobrecarga gravitacional con carácter fisiológicamente adaptativa.
La aplicación de aceleración compensatoria favorece el desarrollo de la fuerza explosiva así como la seguridad en los movimientos. No esta indicada en los ejercicios cortos como curls de brazos, encogimientos de abdominales (crunches), o en otros grupos musculares que actúan como estabilizadores. No obstante, si esta indicada en ejercicios como la sentadilla, press de banco, y arrancadas, donde tratamos de reclutar el mayor numero de fibras musculares posible, explotar en la vertical hacia arriba, y acelerar al máximo en cada milímetro hasta llegar al final del movimiento - no solamente al principio o al final del recorrido – sino en su totalidad.
En otras palabras, a medida que ascendemos desde una posición de sentadilla profunda, la ventaja mecánica de las palancas corporales incrementan su eficacia. A menos que empujemos contra la barra en sentido vertical cada vez con más y más fuerza (aceleración), el factor de sobrecarga disminuirá proporcionalmente a la disminución de la carga. De esta manera en vez de que disminuya la magnitud de la carga al desacelerar, hacemos lo contrario y aceleramos. Aceleramos de manera compensatoria para contrarrestar los efectos negativos producidos sobre la carga en función de una mayor eficacia de las palancas corporales.
El resultado de esta aceleración se traduce en un incremento importante en la capacidad para generar una sobrecarga gravitacional con carácter fisiológicamente adaptativa.
La aplicación de aceleración compensatoria favorece el desarrollo de la fuerza explosiva así como la seguridad en los movimientos. No esta indicada en los ejercicios cortos como curls de brazos, encogimientos de abdominales (crunches), o en otros grupos musculares que actúan como estabilizadores. No obstante, si esta indicada en ejercicios como la sentadilla, press de banco, y arrancadas, donde tratamos de reclutar el mayor numero de fibras musculares posible, explotar en la vertical hacia arriba, y acelerar al máximo en cada milímetro hasta llegar al final del movimiento - no solamente al principio o al final del recorrido – sino en su totalidad.
AUTOR: Guillermo A. Laich De Koller.
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