lunes, 22 de octubre de 2012

EL HOMBRO: 360º DE MOVILIDAD.

En este número nos vamos a ocupar del complejo articular del hombro. Abordar el hombro requiere que tengamos en cuenta la gran complejidad anatómica y biomecánica de todas sus estructuras.




El complejo del hombro, lo forman un conjunto de articulaciones que han de trabajar en perfecta sinergia para que todo funcione de manera correcta. Se compone de la articulación glenohumeral, la acromioclavicular, esternocostoclavicular y omoserrática o escápulotorácica. Cada una de estas tiene unas particularidades morfológicas y funcionales, pero siempre han de trabajar conjuntamente, para permitir toda la amplitud de movimiento del hombro. Además hay que tener en cuenta que debe estar en equilibrio con su homólogo de la extremidad contralateral, para asegurar la correcta alineación de la cintura escapular.
De igual modo, también se establecen relaciones con otras estructuras, aparentemente sin importancia, pero que pueden llegar a producir problemas, como son la articulación témporo mandibular (ATM) o la región cervical. Esto a través de los músculos que conectan la cintura escapular con el segmento cervical, como el angular de la escápula o el omohioideo, por poner algunos ejemplos.


Las patologías más frecuentes en adultos, las podemos clasificar en:
  • agudas: luxaciones, fracturas y roturas tendinosas.
  • crónicas o de repetición: síndrome subacromial, roturas de tendones por fricción, como los del manguito rotador o biceps.
  • degenerativas: artritis y hombro congelado o capsulitis adhesiva.
Si atendemos al dolor, pensaremos en una lesión aguda si esta tiene menos de dos semanas de evolución. Se corresponde con lesiones de cierta severidad como rotura tendinosa, fractura o luxación. El mecanismo lesional es de vital importancia para establecer un diagnóstico adecuado.
Si el dolor es crónico, de larga evolución, la identificación de la región dolorosa, el momento del día en el que se produce y la relación mecánica con la realización de ciertas actividades, también nos pondrán en la pista para alcanzar un diagnóstico adecuado.
Es muy importante tras una lesión de hombro comprobar la integridad de la glenohumeral y máxime si lo que se ha producido es una luxación o subluxación, en la que no se pierde todo el contacto de las superficies articulares y suele reducirse espontáneamente. La inestabilidad más frecuente, de origen traumático, suele ser anterior; no obstante si se suceden episodios de recidiva, puede llegar a convertirse en multidireccional.
La funcionalidad es otro factor a tener en cuenta en las lesiones, la fuerza y la amplitud de movimiento han de ser recobradas por completo a sus valores de origen. Por eso es muy importante la comparación con la extremidad contralateral, siempre que ésta se encuentre libre de toda patología. La movilidad activa es un indicador de un buen funcionamiento de los motores del movimiento, como los músculos y tendones. El rango de movimiento (ROM) depende tanto de la elasticidad de esos motores, como de la cápsula y sus componentes, así como de la existencia de topes óseos u osteofitos.
Hasta la cuarta década de la vida, los problemas de la articulación del hombro suelen tener un origen casi exclusivamente traumático. Es a partir de esa edad cuando aparecen lesiones por desgaste o por fricción repetitiva de tejidos blandos, que producen artritis o artrosis. La actividad profesional o las actividades de la vida diaria (AVD), influirán mucho en la perpetuación de las patologías del hombro.
El descanso nocturno es a menudo un handicap para los pacientes afectados. En ocasiones es la propia postura adoptada al dormir, la que genera problemas en la articulación, ya que una compresión excesiva o mantenida en el tiempo mientras se descansa, puede generar una isquemia en los tejidos, disminuir el aporte sanguíneo y lesionar las partes blandas o impedir su correcta recuperación. Es común escuchar a alguien que se despierta en la mitad de la noche, porque no soporta el dolor del hombro.
Con los dolores nocturnos se ha de tener especial cuidado, pues pueden atender a un problema de tipo visceral, siendo el hombro derecho reflejo de problemas en hígado o vesícula biliar, ya que comparten inervación y tienen su ciclo circadiano, durante la noche. Ciertos procesos neoplásicos también producen dolores nocturnos, por lo que hay que ser muy cauto a la hora de realizar el diagnóstico diferencial.
Los procesos de rehabilitación suelen componerse de dos fases fundamentalmente. Una vez descartada o recuperada la inestabilidad, se trata de recuperar la amplitud de movimiento y la fuerza muscular. La primera a través de estiramientos, siempre respetando los límites dolorosos y sin comprometer la estabilidad de la articulación. Los ejercicios pendulares, tienen sus defensores y sus detractores, pero son una forma fácil y segura de comenzar a decoaptar la articulación. Los ejercicios de fortalecimiento se deben comenzar con cargas livianas e ir progresando a medida que se gana fuerza. Insistimos en cuidar la estabilidad en esta fase. Las gomas elásticas son un excelente material para la recuperación del hombro, baratas, de fácil utilización, muy versátiles y progresivas a la hora de generar resistencia.
Como se mencionaba al comienzo, hay que tener siempre presentes las estrechas relaciones del hombro, con toda la cintura escapular, la columna cervical y dorsal. Por lo tanto, los ejercicios de movilidad y fortalecimiento deben incluir otras regiones y estructuras. Trapecios, dorsal, pectorales, biceps y triceps han de ser trabajados también. Especial importancia tiene la movilidad de los segmentos cervicales C4 a C6 y las charnelas C0-C1 y C7-T1, con tendencia a la fijación y a la aparición de hipermovilidades compensatorias en otras regiones del raquis.
AUTOR: Mª Mar García Valverde.

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