Uno de los temas de actualidad en estos días es la tan sonada subida del
IVA para los centros deportivos, y con ella la duda si repercutirlo o no en el
precio final, ¿pagarán más mis clientes?, ¿Cuántos se irán si sube el precio
final?, ¿puedo absorber la diferencia de IVA?
Ahora esta decisión se tomará con prisas y sin
información de referencia, ya que no tenemos casi precedentes, pero quizás
deberíamos retroceder al inicio, porque, ¿en base a qué hemos puesto el precio
a nuestros servicios?
Pues seguramente es un problema estructural de base, y la
asignación del precio se realizó en su momento con modelos económicos ya
obsoletos.
Henry Ford dijo una vez “Puede comprar su Ford del color
que quiera, siempre que el que quiera sea el negro”. El Sr. Ford fue un gran empresario, y la clara imagen de
cómo se concebían las empresas en el siglo pasado, pero está claro que no era
una empresa muy orientada al cliente. Las cosas han cambiado y ya estamos en el siglo XXI, el
consumidor y el mercado han cambiado, por tanto las empresas deberían hacerlo
también.Las teorías clásicas de fijación del precio lo hacían
básicamente calculando los costes de producción y añadiendo el beneficio
industrial que consideraban adecuado.Otra forma, muy común en nuestro sector es la fijación
del precio en función de la competencia.
Calculas tus costes fijos y amortizaciones, y sabiendo tu
cuota media te da como resultado cuantos clientes mínimos necesitas. Si te
parece que puedes conseguir esos clientes, vas adelante con el proyecto.Pues esto que parece bastante lógico, hoy en día no tiene
ningún sentido, al igual que ya tampoco lo tienen las ideas de Ford.
¿Y el cliente, donde interviene en este ciclo?, ¿alguien
le ha preguntado qué le parece todo esto?, ¿se le ocurrió al sr Ford
preguntarle a los clientes si le gustaban más los coches verdes, o los pintó
negros porque a él le parecía mejor idea?Hoy en día con la globalización de los mercados, el mayor
acceso a la información del consumidor, el uso de las nuevas tecnologías,
nuevos canales de distribución y la irrupción del Low Cost hace necesario un
cambio de mentalidad, ahora, el cliente es la base sobre la que construir el
resto de nuestro negocio.Un modelo obsoleto para crear un negocio, es en el que
las empresas primero desarrollan un producto, después buscan un mercado y
trataban de “convencer” al consumidor que lo adquiera.Hoy en día el ciclo de creación de una empresa y de un
negocio debería ser el siguiente:
Primero busco al cliente, un mercado DÓNDE vender,
después compruebo QUÉ necesita ese mercado, qué demanda hay, de qué productos o
servicios, o qué oferta hay de determinados productos respecto a mercados
equivalentes.
Una vez tengo un mercado y un producto, viene lo más
importante de todo, le pregunto a ese mercado CUANTO, está dispuesto a pagar
por ese producto. Ya tengo el precio.
Ya sé dónde, que y al precio que lo voy a vender, ahora comparo con la competencia, si
ese producto o servicio será competitivo en ese mercado a ese precio. El siguiente paso es calcular el CÓMO, la manera de
desarrollar ese producto a un coste adecuado para que podamos vender al precio
marcado.
Si somos capaces, entonces, ahora, empieza todo, y nos
lanzamos con la empresa, es solo al final del proceso cuando se crea el producto
o servicio a comercializar.Tendremos un mercado que potencialmente nos va a comprar,
un producto que ya sabemos está demandando, a un precio que ya nos ha dicho que
está dispuesto a pagar y somos capaces de crearlo a un coste que nos dará
beneficios. Ahora tendremos muchas más posibilidades de éxito.
En resumen, pregunta a tu cliente cuanto quiere pagar por
tu producto o servicio.Es la empresa quien tiene que adaptar sus procesos, sus
costes, al precio que marca el consumidor, ya que a este no le importan
“nuestros problemas”, ni cuáles son nuestros costes.
Habrá empresas que piensen que el “valor objetivo” de su
producto es muy superior que el que marca el consumidor.Ya sabemos que 50€ al mes por usar unas instalaciones
deportivas magníficas, 14 horas al día, con cientos de clases, con multitud de
servicios, es muy barato.Pero dejemos a un lado lo que pensamos nosotros, los
empresarios, eso da lo mismo, lo importante está en el VALOR que le da el
cliente a tu producto, y lo que él, de manera completamente subjetiva está
dispuesto a pagar.El valor que le da un consumidor a un producto o
servicio, va en función de la utilidad, de los beneficios recibe ese consumidor
a los que hay que añadir los sacrificios que realiza, económicos, de tiempo,
molestias, etc.Es por tanto, el equilibrio de la balanza de beneficios y
sacrificios, el que desencadena la elección.Y el precio cada vez
tiene más peso en esa balanza, así que ponte precio.
AUTOR:José Luis Gaytán Escaso
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