martes, 12 de febrero de 2013

TEN CLARO LO QUE TE VA BIEN.

El que llegue un nuevo año no debe llevarnos a sentirnos un año más viejos. Si es verdad que todos llevamos una especie de reloj dentro de nuestros genes, este no es igual para todos, y tenemos capacidad de adelantarlo o atrasarlo con nuestros malos o buenos hábitos. Buenos hábitos como los que suelen conformar también por estas fechas nuestros mejores propósitos. 


Olvídate de las dietas bajas en grasa y en calorías, pero también de las que no incluyen hidratos de carbono.
Las grasas son la materia prima para que se produzcan las hormonas sexuales y suprarrenales, luego las necesitamos para mantener las ganas de vivir, la antiinflamación y la capacidad para responder al estrés. No podemos vivir sin ellas. 
Por otro lado, comer poco enseña a nuestro organismo a vivir con pocas calorías, es decir, le enseña a ahorrar y a engordar, por lo que será tan fácil recuperar el peso perdido o incluso más, tras las dietas hipocalóricas.
Comer sin hidratos disminuye nuestros niveles de energía, la capacidad de recuperación y acaba generando bloqueos en el metabolismo y en el sistema hormonal.
Mucho cuidado si al comer con pocos hidratos te vuelves un adicto a los productos light, pues la mayoría contienen peligrosos edulcorantes (yo solo soy partidario de la stevia o de la miel pura) o siropes de fructosa, aun más perjudiciales que el azúcar.
Los hidratos de carbono se distribuyen tomando el 20% de ellos en el desayuno, y el otro 80 % en torno al entrenamiento, de modo que tengas suficiente energía para realizar entrenamientos intensos, y un buen aporte para la recuperación de los mismos.
No hagas de los aeróbicos la base de tu entrenamiento.
El ejercicio aeróbico prácticamente solo consume calorías durante su ejecución, lo que apenas puede corresponderse a las calorías que proporciona una ración de pizza, y sólo consume grasas de cintura para arriba, apenas nada de caderas y muslos, con el añadido de que aumenta el porcentaje de fibras musculares de contracción lenta, de manera que los músculos reducen su volumen y la piel puede descolgarse al tener menos sostén muscular. Su mayor poder oxidativo puede ser motivo de acelerar el envejecimiento, que suele ser muy evidente en la piel.
Garantiza tener los niveles adecuados de vitaminas y minerales.
El organismo funciona como una enorme fábrica y todos los componente son importantes para que todos los trabajos de producción que tiene que hacer se desarrollen al ritmo adecuado. Entre estos, resulta vital no carecer de los niveles adecuados de vitaminas y minerales. 
Todos son importantes, pero quiero recalcar la vitamina D3, la vitamina C, la E y todo el grupo de la vitamina B. Entre los minerales no olvidar magnesio, selenio y zinc. A mayor estrés y actividad, más necesidad de nutrientes.
No olvides los antioxidantes.
El antioxidante que mantiene jóvenes a los tejidos es la coenzima Q10, pero a dosis de 200 mg por día, y mejor si se combina con carnitina. Es fundamental para el funcionamiento de las mitocondrias, que es la parte en la que la célula produce su energía. Esto es clave sobre todo en corazón, hígado y músculo.
La vitamina C, la E y el selenio que mencionamos antes, también juegan un papel fundamental en la antioxidación.
Entrena menos.
Si practicas deporte, ahora sabemos que entrenamientos más intensos, pero más breves, de apenas 30 minutos, son más efectivos que los entrenamientos más prolongados y de menor intensidad. Generan mayor activación del metabolismo.
Los entrenamientos con intervalos breves e intensos pueden aumentar tu metabolismo durante más de doce horas, al contrario que los aeróbicos que solo lo hacen durante su ejecución. Esta grasa consumida durante las horas de reposo, tras el ejercicio, se elimina de todo el cuerpo en general, no solo de la parte superior del mismo. 
Además ayudan a mantener o a desarrollar la masa muscular a partir de todo tipo de fibras musculares, incluyendo las de contracción rápida, suponiendo un firme sostén para la piel según nos vamos haciendo mayores. Esto si cubre las expectativas de lo que esperamos del ejercicio. 
Evita la deshidratación crónica.
El agua es importante para eliminar grasa, para saciarnos, para renovar la piel, mejora la energía, ayuda a controlar el pH del organismo, y para aliviar de trabajo al hígado y al riñón. En principio unos 8 vasos de agua al día es lo que suele recomendarse. Tomar infusiones, batidos, verduras, etc., también son formas de aportar agua.
En general, el agua que se ingiere durante el ejercicio no la tenemos en cuenta en el cómputo total, pues se está eliminando con la sudoración según se ingiere.


La salud está capitaneada por el hígado y por el intestino.
Si tu hígado y tu intestino funcionan bien, entonces prácticamente tienes garantizada tu salud. El hígado es responsable de multitud de procesos metabólicos, entre los que predominan la eliminación de toxinas. Un hígado sano evita gran parte del cansancio.
El cardo mariano, o la mezcla de aceite y limón en ayunas son remedios muy sencillos para mantenerlo en buenas condiciones, además de evitar aquellos hábitos que lo debilitan, como pueda ser el consumo fuerte de café.
El intestino es el foco más importante del cuerpo para el control de la inflamación, de la inmunidad, de la obesidad y, hoy sabemos, que incluso de nuestro estado de ánimo. Cuidarlo bien con una flora intestinal adecuada y un pH óptimo serán siempre una garantía para envejecer de una forma saludable.
Duerme al menos 7 horas por día. 
La mayor parte de las enfermedades de fibromialgia y fatiga crónica comienzan con un sueño de mala calidad y que repercuten rápidamente en bloqueos hormonales sobre todo a nivel hipotalámico, además de favorecer el desarrollo de obesidad y alteraciones del metabolismo. 
Durante el sueño recuperamos la adrenalina que necesitamos para defendernos del estrés del día. Por eso un sueño deficiente conduce a una dificultad en poder defendernos del estrés y a sentirnos más cansados por la falta de recuperación de la adrenalina, que muchos suplen con tomas de café.
No des a las cosas más importancia de la que tienen.
En general se trata de controlar la parte emocional de nuestra vida. Nada fácil a pesar de lo evolucionada que consideramos a nuestra civilización, donde puede que hayamos avanzado en todos los terrenos menos en este. 
Tus pensamientos hacen que el cuerpo responda con sensaciones que llamamos emociones y que afectan al campo de lo circulatorio, respiratorio, metabólico, hormonal, inmunológico, digestivo, etc. Puede que no tengas nada en tu vida tan agotador como tus pensamientos.
Vive tu vida en vez de intentar comprenderla.


AUTOR: Miguel Angel Peraita Gómez de Agüero.


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