jueves, 13 de junio de 2013

HAZTE IMPRESCINDIBLE EN TU TRABAJO (PARTE II)

En la primera parte de este artículo nos preguntamos cuestiones para saber si somos imprescindibles: ¿aporta realmente mi trabajo valor a la empresa?, ¿Qué pasa si un día no voy a trabajar?, ¿y si no fuera tres meses?, ¿puede hacer mi trabajo una máquina?, ¿y en el futuro, podrá hacer mi trabajo una máquina?... las respuestas a todas estas preguntas las encontramos en la segunda parte de este artículo.


La siguiente pregunta es ¿qué puedes hacer para ser realmente imprescindible en tu trabajo? La respuesta tiene que ver con dar solución a las cuestiones previas.

Por un lado asegurarte de que aportas un gran valor a la empresa o dicho de otra manera, que generas mucho más valor de lo que cuestas. Para mejorar en este aspecto tienes muchas opciones: crea nuevas funciones en tu puesto de trabajo, asume más responsabilidades, ofrécete a la empresa para nuevos proyectos, se creativo y aporta ideas, colabora con otros departamentos, ten flexibilidad en tu horario y en tus funciones cuando sea necesario, optimiza los procesos y tu tiempo para ser más eficiente, exígete el máximo en todo lo que haces, vigila los pequeños detalles, ten siempre una sonrisa y una actitud positiva, estate siempre disponible… en definitiva, busca estrategias para auto motivarte y auto exigirte cada día ya que esa es una responsabilidad solo tuya, y preocúpate de reinventar tu puesto de trabajo para tener más funciones y de más valor, porque nadie va a hacer eso por ti.
                       
                                 

¿Qué más puedes hacer para hacerte imprescindible? Obsesionarte en diferenciarte de las máquinas y hacer cosas que ellas no puedan hacer. Para profundizar en este tema, creo que nos puede ayudar utilizar el ejemplo del fitness virtual que ya es una realidad en muchos clubes. Hoy en día una máquina ya puede dar una muy buena clase por ejemplo de ciclo indoor, bien presentada, bien programada, con buena música, buena imagen, divertida y motivante. Y además, siempre igual de buena y mucho más económica que la que da un instructor. La única forma de que el instructor sea imprescindible es que imparta la clase de una forma que aporte más valor que la máquina, es decir, que se diferencie de ella. Y no es suficiente con que aporte un poco más de valor. Tiene que aportar mucho más valor, porque la diferencia en coste y en consistencia en el servicio es enorme.

¿Qué cosas no puede hacer la máquina en la clase de ciclo indoor? Una máquina no puede reconocer a un cliente nuevo o sin experiencia y darle unas explicaciones y una ayuda especial. Una máquina no puede llamar a los clientes por el nombre. No puede corregir la posición de un cliente sobre la bici.

No puede bajarse de la bicicleta y hacer correcciones individuales. No puede tocar a los clientes. No puede dar protagonismo a algunos clientes. No puede reconocer el esfuerzo individualizadamente. No puede tener una conversación compleja con un cliente al final de la clase para detectar necesidades no cubiertas y darles solución. Hay muchas cosas que una máquina todavía no puede hacer, pero ¿las hace realmente el instructor? ¿Aprovecha el instructor las debilidades de la máquina?

He expuesto el ejemplo del instructor de ciclo indoor, pero esto es igual de válido para un instructor de fitness, de actividades dirigidas, de piscina, para un recepcionista, un comercial o para cualquier puesto de trabajo. De hecho, hay muchos clubes que la venta a nuevos socios la hacen casi exclusivamente por internet, sin necesidad de comerciales o clubes en los que el acceso está automatizado y no hay personal de recepción.

Tom Peters, uno de los gurús del Management ya dijo hace años, que gran parte de los trabajos que conocemos actualmente, dejarán de existir en el futuro, y que la mayoría de los trabajos que desarrollarán nuestros hijos, no existen hoy en día.

Como resumen, la tecnología debería ser una ayuda para facilitarnos nuestro trabajo. Si en lugar de eso, nos acaba sustituyendo, seguramente somos en gran medida responsables de que eso ocurra.

Podemos evitarlo si nos volvemos imprescindibles, y para lograrlo hay que obsesionarse en aportar más valor y en hacer cosas que la máquina no pueda hacer. Esta es la mejor forma de reinventar nuestro puesto de trabajo y de reinventarnos a nosotros mismos.

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