lunes, 23 de diciembre de 2013

LUXACIONES DE HOMBRO

La luxación es la pérdida de congruencia articular entre dos extremos óseos, que se encuentran ligados entre sí mediante los elementos de sostén. Estos pueden ser pasivos, como los ligamentos, refuerzos del cartílago y la cápsula articular, o activos, como los tendones y músculos que permiten los movimientos y la estabilización de las superficies articulares. Por tanto, la luxación es la separación o distensión, no fisiológica, de los elementos en contacto. 


Atendiendo a la magnitud de esa distensión, podemos encontrar diferentes grados, cada uno de ellos con más o menos gravedad, en función de las estructuras implicadas. Si la distensión es leve, puede que únicamente afecte a la unión ligamentosa, o puede que sólo se afecten los elementos activos de refuerzo, músculos y tendones, que se espasmarán rápidamente para evitar una lesión más grave. Ese espasmo defensivo es tan fuerte en ocasiones, que puede llegar a producirse incluso una rotura de fibras. 
Sin embargo, si el músculo y tendón no son capaces de mantener el límite fisiológico, se pueden ver afectados los elementos pasivos de sostén y tendríamos un esguince, si afecta a los ligamentos o una rotura de la cápsula, con extravasación de líquido sinovial y complicaciones mayores. En ocasiones también pueden verse dañados los propios extremos óseos, con pequeñas fracturas por arrancamiento. 
Si nos centramos en el complejo articular del hombro, la luxación más frecuente es la de la articulación glenohumeral, formada por la cabeza del húmero y la glenoides de la escápula. Cabe recordar que la congruencia de esta articulación es poco estable, con una superficie articular de poco contacto, sujeta por una gran cantidad de tejidos blandos, poco refuerzo capsular y una complejidad de movimientos, que hacen que sea necesario un perfecto equilibrio funcional de toda la musculatura. Esta característica biomecánica propicia que la amplitud de movimientos sea muy grande, pero expone a la articulación a padecer un amplio abanico de lesiones. 
Las luxaciones del hombro se pueden producir en varias posiciones, en las que la cabeza del húmero, perderá su contacto fisiológico con la escápula. Las más frecuentes son las anteriores, inducidas por una fuerza en rotación externa o abducción horizontal o bien, por un traumatismo directo posterior sobre el húmero o postero lateral sobre el hombro. La cabeza del húmero se desplazará hacia varias posiciones y con frecuencia aparecen lesiones en la cápsula anterior y el rodete glenoideo, lesión de Bankart. Si se acompaña de fractura posterior de la cabeza humeral, nos encontramos con la lesión de Hill-Sachs. 

La pérdida de más del 20% del diámetro del reborde glenoideo, predispone a la temida inestabilidad del hombro. Cuando esto sucede, la indicación de tratamiento quirúrgico que suture el rodete glenoideo, suele ser la elección más acertada, para evitar recidivas, que harán que cada vez la inestabilidad sea mayor y el hombro se luxe cada vez con mayor frecuencia y ante movimientos de poca amplitud. 
La luxación completa suele ir acompañada de una deformidad en el hombro, en el que se ve una pérdida del contorno del deltoides, con una depresión en el músculo. Ante la presencia de una luxación, lo más recomendable es inmovilizar con un cabestrillo y trasladar al accidentado al servicio de urgencias. La reducción requiere de un conocimiento adecuado y no está exenta de problemas, ya que con frecuencia se asocian lesiones vasculares o nerviosas, que pueden agravar aún más el cuadro clínico.
Un primer episodio de luxación, si no ha sido muy grave, lo normal es que se pueda recuperar en unas pocas semanas, después de un periodo de inmovilización, en el que se produzca la cicatrización de los tejidos. Acto seguido se deben iniciar los ejercicios de rehabilitación para fortalecer el hombro, recuperar el rango de movimiento normal y lo que es muy importante, que a nivel propioceptivo, todos los tejidos recuperen su capacidad de alerta, para proteger los elementos articulares si se vuelven a ver sometidos a tensiones por sorpresa. 
Si el tratamiento conservador fracasa, queda la posibilidad de recurrir a la cirugía. En la actualidad, se hace por artroscopia y los tiempos de recuperación se han acortado bastante, al ser menos invasiva que la cirugía clásica.


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