Lo que para las administraciones públicas puede suponer un problema dado que atender a un grupo de población cada vez más número conlleva un gasto creciente, para nosotros profesionales de la actividad física supone un importante nicho de mercado que no debemos obviar.
La causa principal creo encontrarla en el riesgo de accidente que supone plantear programas de ejercicio para grupos de tercera o cuarta edad, amén de tener que dedicar más tiempo a la hora de desarrollar y supervisar un programa de actividad a una persona mayor.
Cierto es, que la gestión deportiva municipal desde años atrás viene poniendo en marcha innumerables programas de actividad física para la tercera edad, en la mayoría de los casos programas muy genéricos cuyo único objetivo es promover entre los más mayores unos mínimos de actividad física semanal.
Y cabe destacar antes de continuar con el artículo, que cualquier programa dirigido a grupos de edad avanzada tiene muchísima aceptación y las cotas de fidelización por participantes son superiores a cualquier otro grupo de edad.
Este dato por tanto, tiene que hacernos pensar y lo que es más importante, motivarnos para habilitar, dentro de nuestros espacios deportivos, programas específicos para la tercera edad. Cada día subyacen desde al ámbito científico estudios que afirman taxativamente la necesidad que a partir de una determinada edad nuestro organismo reclama con el fin de mantener su dependencia motriz y en definitiva, el estado de bienestar físico que el paso de los años nos niega.
Desde un punto de vista mercantilista, la tercera edad nos abre una relevante vía de negocio, nos encontramos ante un rango de población cada día más amplio y con mayores necesidades de movimiento, clientes preocupados por su bienestar psico-físico que van a encontrar en nuestros instalaciones y actividades una herramienta para procurarse una vejez más placentera y una mayor esperanza de vida.
Continuando con el análisis que desde estas líneas he abierto y que cada uno de nosotros desde nuestro centro debemos darle continuidad, desde un enfoque más técnico el planteamiento debe girar en torno al componente fuerza. Desde que el sistema osteomuscular deja de desarrollarse, se incoa un proceso de reversibilidad favorecido por el sedentarismo, es decir que con el paso de los años vamos perdiendo masa muscular y capacidad contráctil del músculo, paralelamente nuestro sistema osteo-articular pierde densidad volviéndose más vulnerable.
Por lo tanto, debemos diseñar programas y sesiones de trabajo específicas para tercera edad, sesiones donde se conceda la importancia que merece al trabajo de fuerza, neutralizando y ralentizando los efectos degenerativos que sobre nosotros tiene el proceso de envejecimiento.
Para vencer el miedo que nos atenaza a la hora de dirigir una sesión para personas mayores, es necesario no dejar ninguna variable al azar, debemos acompañar desde el primer día el programa de acondicionamiento físico de una exhaustiva valoración inicial y de un seguimiento más minucioso, reduciendo así el riesgo de lesión o accidente cardiovascular.
Partiendo de esta base, nuestra instalación queda abierta a un público más receptivo, más fiel y e ilimitado en el tiempo.
Espero con estas líneas abrir aún más vuestra visión de negocio, satisfaciendo a la vez las demandas de unos clientes que hoy más que nunca necesitan moverse.
AUTOR: Alvaro Bachiller
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