Recientemente científicos e investigadores han desvelado que la capacidad para potenciar nuestras habilidades reside en la mielina, una sustancia que rodea el núcleo de las neuronas. El talento no es, por tanto, un don misterioso que responde a las leyes del azar o la genética: puede desarrollarse. Y esta es una gran noticia cuando hablamos de deporte. Muchas veces preferimos creer que las personas talentosas lo son por recibir en su interior una dotación elevada de talento en el momento de nacer, la genética. Sin embargo, este libro nos presenta una nueva forma de entender el proceso de aprendizaje y que resulta altamente inspirador para todas aquellas personas que han de enseñar, educar o han de aprender. Es muy importante dejar de lado el mito del talento innato y centrarlo en el esfuerzo palpable. Toda habilidad humana,
ya sea realizar un ejercicio de fuerza, un tiro a canasta o interpretar a Bach, proviene de
una cadena de fibras nerviosas que transmite un diminuto
impulso eléctrico, básicamente una señal, que viaja a
través de un circuito. La mielina rodea esas fibras
nerviosas del mismo modo en que un aislamiento de goma
envuelve un alambre de cobre: hace que la señal sea más
veloz y fuerte porque impide que se escapen los impulsos
eléctricos.
Cuando encendemos nuestros circuitos de la
manera correcta (cuando practicamos el saque de tenis, un ejercicio de entrenamiento o la técnica de carrera), nuestra mielina responde cubriendo el circuito neural y añadiendo, en cada nueva capa, un poco más de habilidad y velocidad. Cuanto más gruesa sea la capa de mielina, mayor será su capacidad de aislamiento, de manera que nuestros movimientos y pensamientos se volverán más veloces y precisos. En este libro nos explican que solemos pensar que nuestra memoria es una especie de grabadora, pero se trata de una estructura viva, sobre la que se puede construir y construir. Es necesario una práctica intensa, que encontramos bien explicada en el libro. En definitiva, el esfuerzo no es opcional. De hecho es un requerimiento neurológico: para conseguir que el circuito de habilidad se active de un modo óptimo tenemos que disparar ese circuito de repetición y aprendizaje, cometer errores y prestarles atención, debe instruir su circuito y seguir activándolo (es decir, practicando) a fin de que la mielina continúe funcionando adecuadamente. “Vuelve a intentarlo. Vuelve a fallar. Falla mejor”. (Samuel Becket)
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